Después del espectáculo del otro día al ver Terminator: Genisys, era necesario hacer una revisión de Terminator: Salvation, una secuela injustamente vapuleada por la prensa “especializada” y por el público más pureta.
Han pasado seis años desde que se estrenara Salvation y os aseguro que después de verla anoche en el salón de mi casa, no ha envejecido ni siquiera un poco. Es más, y se que esto puede parecer una vil provocación, pero después de ver la quinta parte y de hacer un riguroso estudio de las tres primeras, puedo asegurar que la cuarta entrega es la menos obsoleta, la más oscura y desde luego una más que digna sucesora.
La sensación de estar viendo un género y una saga completamente renovada solo es posible con este prodigio de McG, quien profundiza, siempre a favor de la historia, por primera vez en unos personajes que aunque violentos, por una vez tendrían unos sentimientos fáciles de empatizar con el gran público.
La aparición de Marcus Wright, encarnado por el gran Sam Worthington, y su inmenso trabajo a la hora de aceptar que es una máquina, el debate moral de John Connor para decidir si debe o no fiarse de lo que más odia en la vida y lo que ha destruido su mundo y desde luego las inmensas escenas de acción, son buena prueba de que estamos ante un film de culto que es odiado por los fanáticos sin medida de la saga y amado por los que estábamos hastiados de una trilogía por la que no volveríamos a apostar ni un céntimo.
Por su parte Christian Bale creaba un Connor que por primera vez parecía tener serios problemas con su misión en el mundo. Cansado, obsesionado por su madre y con una mínima esperanza de supervivencia, encontraba en Marcus la brecha que podría poner punto y final a Skynet.
Yo a Terminator: Salvation le llamo reinvención de una saga. Algo así como Mad Max: Fury Road pero sin rozar la genialidad.
Aún así, estamos ante una pequeña joya que hay que volver a descubrir sin prejuicios provocados por anteriores partes.
Cameron repudió está secuela al igual que Bale lo hacía con T3. Y es que si lo pensamos con frialdad, no podemos permitirnos más de lo mismo. Lo que no es normal es defender la tercera parte cuando podría ser una de las peores películas de la historia del cine y una tomadura de pelo absoluta al espectador.
Salvation se ponía por fin los pantalones para que Genisys se los quitase otra vez. Una pena.