Supongo que la emoción de un estreno de cine de género en nuestra cartelera, y que además éste sea el nuevo trabajo de Don Coscarelli, es motivo de doble celebración.
Atrás quedan joyas como la terrorífica saga Phantasma o la incomprendida Buba Ho Tep, pues lo que aquí nos presenta el realizador es una de las locuras más insanas y frikis que se han podido ver en los últimos años...
Cierto es que tiene un comienzo de absoluta genialidad a la vez que delirante, lo cual hace pensar de inmediato que estamos ante algo nuevo, distingo e hipnótico, pero que por desgracia se va desvaneciendo a medida que avanza la trama del film.
Quizá el problema es que la cantidad de información y géneros que Coscarelli quiere manejar y que no terminan de funcionar al unísono apoyándose los unos en los otros. Esto crea en el espectador un caos mental que a pesar de lo divertido de la historia, deja de ser delirante para convertirse en una gran maraña de confusión.
Por otro lado, resulta divertido como el director intenta darle una vuelta de tuerca a su filmografía y comprobar que aún es capaz de manejar presupuestos acordes con la historia para conseguir el mismo efecto que sus películas tenían hace mas de dos décadas. El gore y los bichos que pueblan el film no han conocido el fácil recurso de lo digital y eso hoy por hoy en un mérito, pues nadie se toma la molestia de construir un film tan artesano como se hacía en los ochenta.
Lástima que este delirio mental vaya acompañado de tan pésimas interpretaciones salvo la del gran Paul Giamatti, el cual está completamente desaprovechado. Quizá el mundo no está preparado para una obra de esta magnitud o tal vez, ya hemos pasado página con estas historias y John Muere Al Final no es más que una película trasnochada que se habría convertido en un film de culto si tuviera treinta años menos.