Que Jodie Foster no ha sido nunca una brillante directora no es un secreto. Tampoco lo es que sea una incansable curranta y que ello la lleve a hacer inmensos esfuerzos por levantar películas en un mundo imperado por hombres que hacen cine.
Su devoción por el cine independiente también es tangible,y Money Monster es una buena prueba de ello.
Foster elabora un film de impecable factura con el que pretende dejar al descubierto las vergüenzas más feas de un país capitalista como el suyo. Es necesario ir pelando capas de una oscura cebolla. Cada una te lleva a otra aún peor convirtiendo Money Monster en un thriller bien rodado y sóbrio que por momentos puede llegar a hacerse pesado.
Y es ahí donde falla la directora.
La película avanza a trompicones y Foster se precipita hacia el final de manera fácilmente resolutiva teniendo en cuenta la gravedad y complicación de la propuesta.
Es en ese final donde queda un film al que le resulta más cómodo regocijarse en su propio género que responder a las incómodas preguntas que ha formulado en la mente del espectador.
Grandes como siempre Roberts y Clooney, quien está feroz dentro de ese personaje indiferente y ajeno a los problemas que le rodean y desde luego, mención especial a Jack O'Connell, que ha demostrado con creces ser uno de los grandes de su joven generacióm.