Toda una metáfora de la locura contra la supuesta "cordura" globalizada que margina a los que no cumplen con ciertos requisitos sociales.
Las historias de personajes tan solitarios pueden estar ciertamente manidas, pero al final todo depende del prisma desde el que se mire o, mejor dicho, la manera en la que uno quiera contarlo.
En 'Aloys', nuestros protagonistas son seres extraños y con unas vidas tan aisladas que, su relación es el proceso lógico de un encuentro tan alejado de la realidad como sus solitarias vidas.
Nölle dosifica cada extraño instante de esta historia de amor hasta que, llegados a un momento concreto, el espectador llega a entrar en el mundo de Aloys y Vera -por descabellado que parezca- a la vez que también nosotros nos enamoramos de ellos.
Las solitarias vidas de nuestros protagonistas son el reflejo de una sociedad que nos aparta y nos señala únicamente por ser diferentes, cuando esas diferencias son las que nos hacen ser más reales que todos los que nos rodean: una inmensa metáfora sobre la locura contra la cordura para ser feliz.
Aloys me parece una de las grandes sorpresas del año, ya no sólo por la delicadeza de su propuesta, sino por lo preciosista de su puesta en escena y la forma en que lo hace... aunque también puede ser que cada vez me ablande más con ciertas historias.