Cuando se estrenó Rocky Balboa allá por el 2007, todos enloquecimos por volver a ver una nueva entrega de la franquicia en sala grande. Pero no nos engañemos: sabíamos las carencias que podía tener una sexta parte.
Ahora los estudios nos traen una vuelta de tuerca al personaje. Rocky ya no es el protagonista de la saga. En su lugar Adonis Creed, el hijo bastardo de Apolo, es quien se lleva el protagonismo en esta ¿séptima entrega?, en la que viajará hasta Filadelfia para convencer de Balboa de volver a ponerse los guantes y ayudarle en el entrenamiento de su vida.
No puedo negar que ha sido una grata sorpresa, no solo por el carisma del personaje de Michael B. Jordan, el cual puede con todo el peso del film sin pestañear, sino por la reinvención de un mito como el de Rocky Balboa, una vez más interpretado por el bueno de Sylvester Stallone y que borda una de las mejores interpretaciones de su vida.
No es importante el hecho de que Rocky no sea quien se pelee en esta ocasión, Balboa tiene su propia lucha interna y también deberá enfrentarse a la pelea de su vida y aún así, Creed mantiene intacto el espíritu de las películas de la saga.
Ryan Cooler consigue, posiblemente, realizar la mejor película de la saga desde 1976, pese a los que hemos crecido con las peleas de Clubber o Iván Drago, lo cierto es que Creed recupera lo mejor de Stallone y consigue una vuelta al clasicismo impregnada de emoción.