Ocurre que a veces el tumbo de los superhéroes necesitar dar un giro absoluto a su esquema. No es que los de Marvel vayan por mal camino, ni mucho menos, pero si han transitado repetidas veces por argumentos que eran complicados a la hora de ofrecer nuevos horizontes.
Doctor Strange es una suerte de Matrix, todo vale y las posibilidades son infinitas. Estamos ante un héroe capaz de manejar varias realidades paralelas torciéndolas como si fuera un caleidoscopio.
De hecho está más en la línea del cine de Nolan que de Marvel, pero sin perder el espíritu del estudio, no olvidemos que no deja de ser una de las grandes apuestas de Stan Lee sobre uno de sus personajes más complejos a nivel psicológico (con perdón de Bruce Banner).
Y claro, Derrickson se guarda un as en la manga, pues contar con Benedict Cumberbatch como nuestro héroe, es más que un lujo, se adapta de una manera tan mágica y demente como sólo una bestia interpretativa como él sabría hacer.
Podríamos estar ante la obra más redonda de Marvel, primero por lo pasado de vueltas de su apuesta visual, es un tripi de viaje, y segundo por las ganas de ir no sólo un paso más allá, sino cien pasos por delante de sus anteriores trabajos.
Hablar de semejantes delirios sin perder el norte y lo más importante, el sentido del humor, convierten a Doctor Strange en la mejor aventura de Marvel hasta la fecha, pero también en la más rara y complicada.
Pasen y juzguen.