Mucho se está hablando de El Regalo en los últimos meses. No en vano, fue una clara triunfadora del pasado Festival de Sitges, con premio al mejor actor, Joel Edgerton, quien además es el director del film.
La película nos cuenta como un matrimonio tendrá que vérselas con un antiguo conocido del marido, que empezará a hacerles continuos regalos.
El film ahonda en la redención y la culpa. Lo que hiciste tiempo atrás se puede volver contra ti pese a haber pasado de página.
Y esto es algo en lo que los tres personajes se centran a la hora de construir una historia repleta de giros de guión, que van enriqueciendo más y más el film hasta su imparable y vertiginoso desenlace.
Incómoda por momentos, su guión juega a no dejar excesivamente claro quien puede ser victima o verdugo, sabiendo en qué momentos empatizar con el supuesto villano de la función, quizá demasiadas veces para mi gusto.
Edgerton crea un monstruo con personalidad y corazón, a quien una vez ya hemos calado, podemos entender y justificar sin prácticamente cuestionar ninguno de los aspectos morales que se salta a la torera. ¿Quién es la victima realmente?
En su faceta de realizador, Edgerton aprueba con nota su primer ejercicio cinematográfico tras las cámaras, pecando, eso sí, del excesivo uso de Serie B de los 80 y 90.
Un film que, por alguna extraña razón, atrapa a todo el público por igual pero haciendo trampas para ello. Aunque eso no le resta efectividad.