También disponible el especial de Navidad 2018 de RuPaul Reinas del drag
Lo de Fast & Furious 7 fue la mayor pasada de vueltas que se había visto hasta la fecha en una pantalla de cine...
Fue tan desmesurada que provocaba ansiedad por momentos, aunque todo sea dicho, como película de acción, funcionaba como un reloj suizo.
Ahora nos llega la octava parte de la franquicia en Netflix y, por si alguien creía que el hecho de que Paul Walker ya no esté entre sus filas, eso iba a frenar una saga millonaria, estaba muy equivocado.
Lo cierto es que hace lo que una secuela debe hacer para superar la anterior: Sobrepasar todo lo visto hasta la fecha.
Y si en la anterior parte necesitábamos ansiolíticos en la sala, The Fate on the Furious debería de venir acompaña de un desfibrilador con el precio de la entrada.
La tentación por el lado oscuro no ha cambiado en Dom, que igual te caza una bruja, que se tatúa un brazo. Vin es Vin hasta interpretando a Groot, aunque si le llevas a El Hormiguero, ten por sentado que le sacarás las lágrimas sin mucho esfuerzo, el comodín de Walker le acompañará toda la vida.
Nuevos personajes, cada vez más descerebrados. Quizá en la novena entrega encontremos a Woody Allen conduciendo un flamante buga, pero de momento nos quedamos con Theron, Russell e Eastwood (el hijo, no nos equivoquemos, aunque nunca se sabe).
Y si, repiten los mismos, Statham y The Rock muy cerca de robarle protagonismo y minutos a Diesel, quien en esta entrega traiciona (o no) a su familia, los mismos que estarán ahí para sacarle a Toretto del marronazo en el que se ha metido. Pero al final, entre destrozo y destrozo, (ojo a las escenas del submarino y los coches vivientes, quizá las más acojonantes que veréis en vuestra vida), lo que intenta vender la franquicia, es que la familia está por encima de todo, incluso de las hostias y las balas.
Lo que está claro, y esta es una premisa que cada vez está adoptando más el cine de acción, (véase John Wick), es que hay que ver la película con la misma predisposición con la que se ha hecho, sin prejuicio alguno. Los clichés del cine de acción llevados hasta límites que el ojo humano jamás habría soñado.
¿Espectáculo o tomadura de pelo? Yo me inclino por lo primero y espero que la franquicia tenga una larguísima vida.
Y pensar que la primera parte era sólo un peli de coches...