La Gran Apuesta es otra de esas películas necesarias para entender el momento en el que no hallamos. La crisis mundial que se generó en el 2008 a causa de la quiebra del sector inmobiliario norteamericano es retratada con mordaz humor en este relato casi documental.
Y digo documental no por su realización, sino por su empeño en ofrecer todo tipo de cifras y explicaciones que, por momentos, hace que el público pueda perderse entre datos, algo que ya pasaba en Inside Job, por ejemplo.
Consciente de ello, McKay se esfuerza en que entiendas bien el mensaje, y lo hace a través del humor -negrísimo, eso sí-, pero sin decaer ni un solo momento gracias al magnifico trabajo de sus protagonistas: cuatro estrellas en estado de gracia que se reparten el peso del film a partes iguales, conscientes de que lo que estás a punto de ver dolerá.
Aún así, un tema tan acertado debería ser llevado a la pantalla de manera que todos pudiéramos comprender qué y quienes nos llevaron a la situación actual.
La densidad y la falta de descansos en los diálogos terminan haciendo de La Gran Apuesta una película compleja que el gran público no aceptará, y eso es un error si de lo que se trata es de contarle al mundo los entramados financieros que nos han traído hasta aquí.
Una buena película, pero con una gran pega: no llegará a todo el mundo debido a sus constantes "conceptos por minuto". Incluso habrá quien no llegue ni a su final.