Demasiado vapuleada ha sido Autómata. Cierto es que, el variado popurrí que la forma, está mil veces visto y desborda clichés del cine de sci-fi, pero ello no la exime de ser un grandísimo intento por hacer algo distinto, patrio y con agallas.
Muestra de ello es la intención de Gabe Ibáñez a la hora de rodar en inglés, pues nuestro cine está tan sumido en la comedia chabacana y el “drama” social, que un producto de ciencia-ficción es casi una utopía, a no ser que lo llenes de la sensiblería que desbordaba Eva, de Kike Maillo.
Los planteamientos con robots en un futuro no muy lejano ya han sido explorados en films como Blade Runner -quizá su mayor referencia-, Yo, Robot o Inteligencia Artificial. Esto hace que Autómata sea un producto realmente curioso por la forma de abordar las situaciones que plantea, pues la falta de presupuesto y, con ella, nuestra percepción de las películas de ciencia-ficción con la robótica como telón de fondo, hacen de este un film minimalista y curioso.
Todo huele a buenas intenciones, incluso el propio Banderas, sobreactuado como siempre, hace lo que puede abordando un personaje con reminiscencias del Deckar de Harrison Ford.
El intento se queda a medio camino en tierra de nadie, pero los que amamos el género somos capaces de leer entre líneas y ver las buenas intenciones, más allá del fallido intento de Ibáñez por crear una atmósfera y un mensaje que en algunos momentos puede parecer hasta ridículo, pero que servidor ha disfrutado de lo lindo durante las casi dos horas de duración de la película.
Lo que sí deja claro su autor con films como Hierro y Autómata, son sus intenciones de hacer algo distinto y para ello hay que probar, que es algo que en este país no entendemos, ya que resulta más fácil y divertido lanzarnos a la yugular.
¿Director de culto? Ya veremos, pero la mejor obra de Gabe Ibáñez está por llegar.