Gibson parece sentirse cómodo en la "serie b" más sucia desde hace unos años. A Vacaciones en el Infierno le siguieron Machete Kills y Los Mercenarios 3.
Ahora nos llega Blood Father, un film que pese a estar bien rodado, no da más de sí, pues toda la carne está en el asador desde el principio.
Gibson ha sido relegado de su estatus de estrella. A caído en desgracia para el disfrute del personal, pues su nueva trayectoria es quizá lo más interesante de su carrera en los últimos diez años.
Aquí el australiano interpreta a John Link, un antiguo motero en busca de la redención que tendrá que hacerse cargo de los problemas de su hija, una adolescente a la que persigue la mafia mexicana.
A partir de ahí todo es jauja. Gibson se gira, la violencia se dispara y el lenguaje más sucio sale flote convirtiendo Blood Father en en un film en la línea de los experimento de Gibson al comienzo de su andadura con ciertas películas apocalípticas.
Quizá hay que tomarse esta venida a menos del actor como una reinvención y si el fin de sus días delante de la cámara está tan ligado a la serie b como el principio de estos, bienvenida sea esta recta final.