Metafórica hasta la médula en sus formas, Demolition (Demolición) cuenta la historia de una (auto)destrucción para llegar a la construcción de un personaje que ha perdido por completo el rumbo de su vida, sin poder llegar a sentir absolutamente nada por todo lo que le rodea...
Esto vendrá dado por un factor trágico que desencadenará una violenta demolición para llevar al personaje interpretado por Gyllenhaal hasta el centro de su problema, si es que lo tiene…
A partir de ahí, es donde Jake toma el mando para construir un personaje tan complejo y desestructurado como sólo él sabe hacerlo, pero con el inmenso acierto de no caer en los clichés de otras de sus interpretaciones. Gyllenhaal es la mejor opción para encarnar a este tipo de personajes. Es quien hace precipitarse hacia el abismo a Davis Mitchell para destruir quien es.
Aún así, Demolition tiene un gran problema de guión. Y es que transita por lugares mil veces explorados. Sabemos hacia dónde va Davis y hacia dónde van los personajes que le rodean. Sabemos que nos hará reír, llorar y que por momentos le odiaremos y le amaremos por partes iguales.
Todos a una con la única prioridad de reconstruir a nuestro protagonista de una manera excesivamente naïf, que por otro lado funciona aún sabiendo que lo que nos está contando no es nuevo.
A pesar de todo, Demolition es un film interesante en su estructura y emotivo en sus formas; quizá demasiado ambicioso pero, a la vez, muy resultón.