Parodias sobre el cine de expías han existido siempre. La saga de James Bond hasta que apareció Daniel Craig lo era en sí misma.
En los últimos años ha habido absolutas maravillas como lo fue la reciente Kingsman y fiascos a medio camino como ha resultado ser Espías.
No confundan mis palabras. La película de Paul Feig hace lo que puede por ser fiel a los clichés de este tipo de cine, pero al final no deja de ser un vehículo para el pleno lucimiento de Melissa McCarthy, y ese es quizá su peor error.
McCarthy es una gran actriz de comedia, pero aquí se rodea de unos gigantes que poco tienen que ver con el género y que por ello enriquecen más la película.
A Statham le toca estar de mala uva durante todo el film y aunque es un poco más de lo mismo a lo que nos tiene acostumbrados, resulta divertido verle dándole la réplica a McCarthy en pantalla mientras se autoparodia sin parar.
¿Y qué decir de Jude Law? Un sinvergüenza con mucha clase capaz de encandilar a cualquier mujer con su sonrisa torcida. Un auténtico agente secreto que bien podría haber sido un magnifico sucesor de Brosnan si el bueno de Craig no hubiera demostrado que era posible lavarle la cara completamente a la saga.
Y poco más… Un montón de escenas reconocibles y un humor por momentos de mal gusto que casi siempre recurre a la forma física de su protagonista o gags facilotes para todos los públicos.
Quizá es que Matthew Vaughn dejó el listón muy alto con Kingsman, pero aquella se reía del género a través del humor más negro sin dejar a un lado unas escenas de acción que quitaban el hipo.
Por ello una es inglesa y la otra americana. Por eso una sorprendía y otra no ofrece nada nuevo.
Pese a todo, hasta la llegada de Terminator Genesys, no hay muchas más opciones en nuestra hastiada cartelera veraniega.