Si alguien tenía algún tipo de expectativa con este 'Ghost in the Shell', seguro que quedó decepcionado... salvo por los efectos especiales.
Y es que es normal si tenemos en cuenta la carrera de los americanos a la hora de mancillar remakes, versiones imposibles o todo tipo de artimañas por recuperar ideas que ni siquiera son suyas.
El film de Sanders pasa de los existencialismos del manga y de los films de Oshii para ofrecernos lo que él ha considerado "estética ciberpunk", sin ningún tipo de cariño por su universo, y explotando la vena de 'action girl' a la que lleva sometiéndose Johansson en los últimos años. Un camino muy similar al que acabó con la carrera de Angelina Jolie.
Y, por si esto no era suficiente, 'Ghost in the Shell' apuesta por la comercialidad pura y dura, en la que imperan unos efectos especiales tan deliciosos como inútiles al contactar con un guion sin alma, con el único objetivo de distraer al personal en lugar de darnos algo con lo que realmente nos podamos entretener.
Oshii planteaba disparatadas teorías de lo que en realidad somos y de la belleza de no ser lo que somos, algo que el cine occidental de Hollywood jamás podrá entender.
20 años esperando... ¿para esto?