Hay cosas positivas y negativas en Pesadillas (Goosebumps). Quizá el punto más negro sea la aparición de Jack Black, un tipo que no solo ha desgastado su escaso abanico interpretativo, sino que lo ha explotado hasta la saciedad llegando a ser, en la mayoría de los casos, un reiterativo pesado.
Basada en la famosa colección de libros, el film cuenta como Zach Cooper averigua que los monstruos que aparecen en aquellos libros son tan reales como él y que el autor de la colección los mantiene encerrados en sus propios libros.
Pesadillas tiene un buen guión y mucho amor al cine de los 80. Es consciente de esas primeras “pesadillas” a las que un niño se enfrenta cuando su cabeza empieza a hacérselas pasar putas, pero también juega a favor de los gamberros adolescentes que todos fuimos.
Ese era el cine infantil de los 80: monstruos creado por cerebros como los de Spielberg, Dante o Zemeckis. Después de tanto homenaje a Carpenter en los últimos años, se agradece esa vuelta al universo de aventuras y fantasía que nos atrevemos a calificar de clásico.
Todo depende de cómo te pueda pillar el día, pero lo cierto es que Pesadillas puede hacerte retornar a una infancia mucho mejor y, ante eso, sólo podemos estar agradecidos.