Que segundas partes nunca fueron buenas es algo que deja poco margen de error y que, por desgracia, siempre se cumple a rajatabla.
Hay un cúmulo de varias decisiones mal tomadas que afectan de manera directa a La Mujer de Negro 2 empezando por la elección de Tom Harper en la dirección, alguien nada familiarizado con el género y como demuestra en todo el film, absolutamente despreocupado por seguir la estela que dejó James Watkins en la primera parte.
Aunque la mítica Hammer sigue detrás del proyecto, Harper no es capaz de sacar partido a los elementos que le rodean, por lo que la isla, el agua y sobre todo la casa dejan de jugar a favor de la historia convirtiéndola en algo más inverosímil si cabe.
No solo es la torpeza de su director a la hora de desperdiciar recursos, sino el hecho de despreciar el horror clásico y gótico al que jugaba Watkins, aquí completamente desaparecido al apostar más por el susto fácil y rápido, convirtiendo esta secuela en una película más del montón de cine mediocre de género que suele llegar a nuestras pantallas.
El film avanza a trompicones no solo por su pésima ejecución, sino por un guión que carece de ningún tipo de interés, ni por contenido ni por situación histórica, pues el hecho de ambientar la historia durante la Segunda Guerra Mundial, no hace más que entorpecer un argumento que debería funcionar como un reloj a la hora de cumplir sus funciones.
Todo para terminar, ¿cómo no?, en una traca final en la que la batería de sustos fáciles después de una hora de soporífera espera, llegan sin sentido para causar aún más daño en una historia ya condenada desde los primeros cinco minutos.
En fin, es lo que pasa con el cine de género, es muy difícil conseguir encontrar algo valioso. Hasta entonces, siempre podemos recuperar la primera parte para que nos destroce los nervios.