Carney perdió un poco el rumbo de su carrera cinematográfica después del éxito arrollador que fue 'Once'.
Ni su incursión en la comedia con 'Zonad' ni su vuelta al musical en Estados Unidos con el peñazo cursi que fue 'Begin Again', consiguieron ensalzar un camino con demasiada expectación.
'Sing Street' es el nuevo film del irlandés, que en este caso apuesta de nuevo por la música, armando una historia con pedazos de sus anteriores trabajos (a ver si así suena un poco la flauta).
El resultado es notable, sobre todo si lo comparamos con el batacazo americano, pero lo cierto es que Carney no tiene nada nuevo que contar y su historia romántica arropada con música de los 80 resulta irritantemente naïf.
'Once' lo era, cierto, pero sin contar con actores profesionales. La frescura y la química entre los personajes invadía cada secuencia musical.: pocas veces hemos vibrado tanto con ciertas melodías.
A nadie le interesa mucho esta banda de niños tocando como Duran Duran o como The Cure. Nadie se lo cree y, lo que es peor: por momentos, resulta tan vergonzoso que dan ganas de apartar la vista de la pantalla.
No me siento identificado con estos chavales ni con su historia de amor. Resulta pueril, y molesta que no sea más certera y, sobre todo, que arriesgue más, algo que ya hizo en 'Once' llevando a sus protagonistas al límite.
Las comparaciones son horribles, lo sé, pero 'Once' no era una película normal. No puedes pensar que el público no vaya a esperar más de ti... mucho más.