Una voraz crítica del ser humano y la rancia e intolerante sociedad, pasada, presente y futura en la que nos vemos obligados a (con)vivir.
Clooney se alimenta de los hermanos Coen en 'Suburbicon'.
Lo cierto es que el bueno de George nunca ha tenido un estilo definido, algo que no tiene por qué ser malo. Ahí quedan los trabajos de Alan Parker que, sin un estilo definido, hizo numerosas obras maestras.
Clooney tienes también sus obras maestras detrás de la cámara, pero en el caso que nos ocupa, su estilo es un homenaje directo a los dos hermanos, con quienes ha escrito el guión de 'Suburbicon'.
Dentro de toda esa maraña de buen rollismo que esconde violencia, el film no sólo se adentra en lo más oscuro y deleznable del ser humano, sino que trata el fascismo como algo divertido que termina dejando un mal poso dentro del espectador.
No es necesario que su voraz crítica tenga demasiado que ver con la ambientación de los años 50, pues una sociedad tan racista e indiferente, bien podría equiparase con el nuevo gobierno de Trump o, sin ir tan lejos, con el nuestro.
La caricatura y la animación del golpe y porrazo está presente en un film tan negro como divertido que, aún pecando de obvio, sabe meter el dedo en la llaga en el momento oportuno.
Una divertida pesadilla en la que es imposible no ver reflejado a tú vecino, a tú amigo e, incluso, a ti mismo.