Al igual que la semana pasada, hoy hablaré de un realizador que en su día fue unos de los mayores referentes de una generación en la cual, por supuesto, me incluyo.
Kevin Smith retrataba fielmente a una generación perdida en Clerks, pero por primera vez no teníamos que ver personajes abandonados a la droga y al sexo como nos solía mostrar Larry Clark.
Crecí de manera prematura, es cierto, pero la delincuencia, el alcohol o el tabaco no me hicieron nunca deambular sin rumbo.
Smith me ofrecía unos personajes mucho más cercanos a lo que yo estaba viviendo, a las ganas de experimentar con el amor, a la salida al mundo real, la amistad, el aferrarse a la inmadurez por miedo a crecer…
Puntos que reforzaba en Mallrats con otros personajes pero con las mismas inquietudes, del mismo barrio e igual de malhablados.
Es con Persiguiendo a Amy con la que firma su obra magna. Una historia de amor capaz de tocar la fibra a cualquier Indie de la época a través del romance entre una lesbiana y un hetero. A partir de ese momento, las cosas cambiaban completamente para mi.
Smith había sido para mi una especie de consejero en los años en los que más perdido estuve. Después de eso, solo me quedaba el respeto y la admiración por alguien que me había salvado muchas veces, pero que jamás volvería a dar con la fórmula magistral.
Aún así acompañé al de New Jersey en todas sus aventuras, muchas de ellas de vergüenza ajena como es el caso de Jersey Girl o Vaya Par de Polis. Ni siquiera Clerks 2 hacia recuperar la dignidad a mi maestro Jedi.
Y un buen día pasa lo inexplicable. Smith se decanta por un género completamente ajeno a él. Una mezcla de terror y thriller llamada Red State con la que consigue ganar el Festival de Sitges. ¿Lo puedes creer?
Un maravillosa cinta en la que el director demostraba oficio a través de una malsana historia y una maravillosa forma de rodar acción.
¿Y ahora qué? Pues nos vuelve a sorprender por transitar por el mismo camino y además darle una vuelta de tuerca.
Smith camina con Tusk de la mano de Tom Six en un film tan sorprendente como pasado de rosca.
Aún introduciendo elementos cómicos, la película es lo suficientemente depravada como para preguntarse que es lo que le ha pasado a nuestro gordito bonachón.
Ojo, no es ni mucho menos una mala película, al revés, es terror en estado puro y mal rollismo del bueno, justo lo que buscamos los amantes del género, pues hay puntos tan bizarros en este planteamiento de Mad Doctors, que pueden convertir Tusk en un film de culto.
Y esto es en parte gracias a la interpretación de Michael Parks, quien parece haber encontrado su género y Justin Long, que demuestra con creces lo feliz que se encuentra entre el terror y la comedia.
¡Que bien que la gente evolucione y transite caminos tan diferentes! Pase lo que pase a partir de ahora, Kevin Smith habrá cambiado su forma de hacer cine dejando a su paso dos rarezas como Red State y Tusk, que terminarán convirtiéndose en films de culto.