Vivimos una época de adaptaciones al cine de la literatura más infantil y ñoña que jamás pudimos imaginar...
Alguna con mayor suerte, como fue la saga Crepúsculo, Percy Jackson, las recientes El Corredor del Laberinto, La Serie Divergente o esta que hoy nos ocupa, Los Juegos del Hambre. Ninguna de ellas reconocida por su calidad.
Otras fueron auténticos desastres en taquilla. Cabe recordar la infumable Soy el Número Cuatro, La Huésped o aquel petardo llamado Eragon. Todas ellas realizadas bajo el onanista ego de llevar a cabo trilogías que el público jamás permitió.
La primera parte de Los Juegos del Hambre sorprendió, en mayor o menos medida, debido a la propuesta: parte ciencia ficción, parte acción bien llevada y con suficientes dosis de violencia para que sobresaliera por encima del resto y uno pudiera olvidarse de los guapos protagonistas y sus absurdos amoríos.
Así que en poco tiempo tuvimos la segunda parte, un calco de la primera en la que aún perduraba la acción por mucho que tardara en empezar, pero en la que nos vendían triángulos amorosos que empezaban a atufar -aunque no quisiéramos darnos cuenta-.
Y llegamos al tercer libro que, como no podía ser de otra forma, dividieron en dos partes: Sinsajo Parte 1 y Sinsajo Parte 2.
La primera parte, la tercera de la saga (vaya lío), era ya lo máximo en aburrimiento por la falta de ingredientes que tenía la primera parte, porque el tema ya era distinto y porque la revolución de los guaperas no se la creía nadie.
Aún así, les dimos manga ancha a estos chicos porque entendimos que el final épico se lo guardarían para este último episodio.
Y así ha sido. El problema es que ya no hay donde rascar.
Sus personajes siguen siendo unos guaperas que no tienen nada nuevo que contar y que aburren con sus problemas de instituto mientras el espectador continúa a la espera de una acción que nunca llegará.
Exceso de metraje que pesa como una losa para llegar a ese “épico” final que bebe directamente de El Retorno del Rey, con planos largos y lánguidos completamente insustanciales que por momentos dan vergüenza ajena.
Esperas y esperas pero el film no termina. Y cuando lo hace, después de dos horas y cuarto, tienes la sensación de que te han timado durante los últimos cuatro años. Que nos han engañado a todos con esta parafernalia insustancial y que, como tantas otras, nunca debió pasar de la primera parte pues nunca se lo mereció.
Solo de pensar en la cantidad de películas adolescentes que vienen en camino me da dolor de cabeza.
No podria decir lo mismo de otras sagas, como divergente, que tiene mas ingredientes orientados al entretenimiento que a otra cosa...que te puede gustar mas o menos, pero es mas limitado