Gustavo Hernández se esfuerza por realizar un film de impecable factura americana y le pone tantas ganas, que el resultado final es un gran cliché tras otro, siempre apoyándose en un banco de sonidos tan estridentes como reconocibles. Todo con el único objetivo de asustar.
El uruguayo tenía todo a su favor. Desde un entorno único y claustrofóbico hasta unas interpretaciones, reconozcámoslo, a la altura de las circunstancias, pero de alguna manera, su apuesta hacia la locura, hace aguas a mitad de metraje cuando ya no quedan prácticamente cartas por descubrir.
El uso del insomnio para viajar a los lugares más oscuros de nuestra mente mientras rozamos la locura, es realmente interesante y más cuando todo pasa en un antiguo psiquiátrico, pero ni en sus mejores intentos, Hernández consigue que te agarres a la butaca utilizando un entorno que el mismísimo William Castle bordaba en House on Haunted Hill o incluso William Malone en su adaptación del 99. Los psiquiátricos siempre fueron localizaciones maravillosas para rodar films de terror.
Tanto ha querido abarcar Hernández, que No Dormirás termina naufragando en su desenlace, lleno de giros de guión en los que el espectador se pierde al igual que el guionista para terminar apoyándose, como suele pasar en este tipo de film, en los sustos fáciles fruto de una música estridente.
Lo que pudo ser y no fue.