Por fin se acaba el verano y el buen cine llega a nuestras pantallas.
De David Fincher poco se puede decir que no se haya dicho ya. Cualquiera de sus películas es garantía, cuanto menos, de calidad...
Reportaje encadenado: CINE DE CATEGORIA SUPERIOR: "EL CLUB DE LA LUCHA"
Del bueno de Ben entiendo que se puedan decir muchas otras cosas. Cierto es que de buen actor no tiene mucho y es algo que no se podrá cambiar nunca, son ya muchos años de profesión.
Pero lo que sí es admirable en Affleck es la manera en la que ha cogido las riendas de su carrera para tomársela en serio, ya sea delante o detrás de la cámara, de tal manera que solo leer su nombre en el reparto de una película es motivo suficiente para saber que podemos llegar a ver un film interesante.
Dicho esto, tendría que añadir que aún me dura la sorpresa en el cuerpo, pues por mucho que Fincher nos sorprenda en cada nuevo trabajo, tenía esa sensación de que el director había ya firmado sus mejores obras hasta la llegada de Perdida, una película sobre la desaparición de Amy, la mujer de Nick Dunne, el mismo día en el que se celebra el quinto aniversario de la pareja.
A partir de ahí, la presión que de los medios y la policía ejercen sobre Nick, convierten el mundo del protagonista en una atmósfera tan oprimente como las ya vistas en Seven, salpicadas del humor negro más digno de El Club de la Lucha.
Pero Perdida también habla del amor, o más bien del monstruo en el que se puede llegar a convertir una relación llevada hasta las últimas consecuencias.
El sexo, la infidelidad o la violencia son los instintos primarios que van quedando al quitar las capas de un matrimonio hastiado por la cotidianidad, y que solo busca hacerse daño en él con el pretexto de jugar, cuando realmente es la maldad más compleja lo que se ha adueñado de ellos.
El viaje a los infiernos que sufre el personaje de Affleck, papel que le viene al dedo debido a su pinta de paria, los continuos giros de guión, la agresividad de alguna de sus imágenes y la retorcida historia, son ingredientes esenciales de la mejor época de Fincher, que convierten a Perdida en una obra maestra de acabado impecable en el que las dos horas y media de duración pasan como una exhalación delante de nuestros ojos.