Que las salas de cine estén subtitulando en inglés las películas españolas es todo un detalle en una ciudad tan llena de turistas como la mía.
Dicho esto pasaré rápidamente a hablar sobre lo que es para mí el estreno de la semana: Relatos Salvajes.
Un oportuno título que narra seis episodios, unos más acertados que otros, sobre uno de mis temas favoritos; la venganza.
¿Quién no ha experimentado en esta vida las ganas de matar, moler a palos o putear a alguien que de una u otra manera nos ha hecho algo imperdonable? Yo al menos siento esta sensación a diario.
Damián Szifrón reúne a unos animales interpretativos de la talla de Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia y Darío Grandinetti entre otros, para dar forma a esta enorme gamberrada que el director dice haber ideado de su pasión por los Cuentos Asombrosos de Spielberg.
No hay medias tintas en Relatos Salvajes. Si la haces la pagas, es así de sencillo. Pero está tan bien contada, que entendemos exactamente de donde sale la llama del odio de cada uno de los personajes, pues es fácilmente reconocible la explosión de violencia en la peor parte de cada uno de nosotros. Si aceptamos eso al sentarnos en la butaca, la brutalidad, la crueldad y la falta de piedad pueden ser usadas como instrumento liberador a nuestros más bajos instintos.
Quizá podríamos objetar el hecho de que los seis episodios hayan sido escritos y dirigidos por la misma persona, pues no me hago una idea del grado de salvajismo al que podría haber llegado el film si estuviera en manos de seis mentes distintas ideando argumentos inconfesables.
Por lo demás, deleite absoluto con uno de los films más taquilleros en la historia de argentina, de acabado impecable e interpretaciones gloriosas.
No cambiará la historia del cine, pero hay que tener muchos cojones para sacar lo que llevas tan dentro justificando la venganza y violencia generadas en parte por la corrupción y en parte por algún tipo de justicia poética.
Y es que nadie se puede resistir al placer que da perder el control…