Una vez más el Phenomena se cubría de gloria al programar la pasada noche lo que algunos catalogamos ya de clásico.
Minority Report cerraba el último pase del día en una sala con poca gente pero dispuestos a defender la que podría ser, con perdón de los puristas, una de las mejores películas de Steven Spielberg y desde luego una de las más acertadas adaptaciones de Philip K. Dick.
Cada uno de los relatos de K. Dick llevados a la pantalla grande, con mayor o menor éxito, cuentan con una extraordinaria historia que los avalan, siendo el realizador el último responsable en llevar a buen puerto estas aventuras de ciencia ficción.
Recuperar algo así para la inmensa pantalla grande es algo que corresponde a Nacho Cerdà y los suyos.
Al principio del nuevo milenio salieron distintos subproductos basados en la obra homónima de Dick. Infiltrado o Payckeck pasaban por nuestras pantallas sin ningún tipo de pretensión más que el mero hecho de entretener.
Poco o nada quedan ya en la retina de los espectadores aquellas historias mal contadas. Sin embargo la primera colaboración entre Cruise y Spielberg llegaba para cambiar nuestra forma de entender un género.
Todo en Minority Report estaba milimétricamente cuidado. Allí donde Spielberg había fallado con Inteligencia Artificial, este nuevo film parecía subsanarlo. Algo que los espectadores no supieron apreciar hace trece años, pero que ahora catalogan como una de las mejores películas de su realizador.
Spielberg entendía el camino hacia el cual se dirige el ser humando. Quizá no estábamos en el año 2054, pero el Gran Hermano ya apuntaba a maneras vigilando cada uno de nuestros pasos y dirigiéndonos a un mundo en el que la posibilidad de permanecer en el anonimato es muy pequeña salvo en barrios de mala muerte… Digamos un Raval en Barcelona.
En la retina del espectador quedan grabadas a fuego multitud de deliciosas escenas. Desde su espectacular arranque, la huída de Cruise de Precrime con la precog casi en brazos o la excelente escena de la operación de ojos, toda una oda al cine de terror en estado puro con Mad Doctor incluido e interpretado por un histriónico Peter Stormare. ¡Buenísimo el personaje de su ayudante!
¿Y cómo no? Un edulcorado final, señal inequívoca de la casa que fue duramente criticado en su momento pero que hoy por hoy a nadie parece importarle. Otro síntoma de avance en la estupidez humana.
Creo que algunos vamos a echar mucho de menos al Phenomena el próximo mes de agosto…