A mi pequeño zelkova
Recuerdo con claridad tu llegada a casa
un cálido día de pleno invierno,
con tus verdes hojas, húmedas de agua,
resplandeciendo en todo momento.
Eras una pequeña obra de arte en vivo,
una miniatura de la naturaleza,
forzada a vivir en un diminuto sitio,
dando cuenta de tu gran delicadeza.
Avisada estaba de tu frágil armonía,
de las constantes atenciones que requerías.
Pero a mi pesar, no tuve suficiente maestría
para cuidarte día a día como merecías.
El musgo de tus raíces fue cubriéndose
por un enorme manto de hojas marchitas.
Y aquellos pequeños brotes asomándose,
morían en el mismo instante en que los veías.
Pero yo firme, me resistí a perderte.
Cuando la savia dejó de correr por tu interior,
te dejé secar para eternamente tenerte
y exalté con brillo tu elegante exterior.
Sigues siendo una pequeña obra de arte,
una miniatura de naturaleza muerta,
forzada a existir para siempre sin apagarte,
dando cuenta de tu increíble fuerza.
Poema original de δelta (2010)