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Mira a la calle y dime lo que ves. Oscuridad. Tenebrosa niebla. Lluvia.
Vagabundos cubiertos por cajas mojadas de cartón. Algún coche que pasa rozando
la acera arrollando un charco que deja mojada a una señora que viene de la compra.
Gritos árboles que a lo largo de mi vida recuerdo haber visto aquí. Luz tenue de
farolas. Bancos de madera, rotos, agrietados, viejos, despintados, quizá con algún
borracho en su lomo. Soledad. Tristeza. Haz de luz que sale de alguna ventana.
Sombras que desdibujan la realidad haciendola aún más fría.
Sigo el haz que me lleva a una habitación en la que las ventanas permanecen
totalmente abiertas. Las cortinas se ondean hacía afuera. La figura de un mujer
desnuda se adivina entre la marea provocadas por esas cortinas. Admiro la silueta,
recordando la belleza de la joventud.
Desvio la mirada hacia el cielo. Mira las estrellas y dime que sientes. Inmensas
calma. Luminosidad. Precioso panel en el que aparecen algunas nues. Las nubes me
dan tranquilidad, calma, paz...
Suave silbido del aire entrando por una pequeñísima ranura que se abre entre la
ventana y su propio marco. Mira el reflejo que el cristal te devuelve u dime que ves.
Un rostro envejecido, arrugad. Tristeza. Desolación. Una cabellera blanca. Vestido
negro. Cansancio. Fatiga. Movimientos lentos. Soy yo.