La mosca de la curiosidad
Dicen que la curiosidad mató al gato. Y si no que se lo digan a los niños que meten las manos en los enchufes para acabar comprobando que aquello no se debe tocar, una vez chamuscado su pelo. O a todos aquellos directores de cine de terror que deciden que todos los protagonistas son tan tontos que tienen por necesidad que mirar siempre donde creen que estará el malo en lugar de correr como haríamos la mayoría.
Lo que está claro es que la curiosidad nace del desconocimiento, de la ignorancia. Nunca sentiremos curiosidad por algo que tenemos claro porque siempre es lo desconocido lo que la crea. Quizá el interés por el aprendizaje o quizá el mero hecho morboso, pero sin duda proviene de aquello que ignoramos. Ya puede ser el accidente de un coche o el por qué aquella vecina tiene todas las persianas siempre bajadas.
Lo importante es que sin la curiosidad no existiría la ciencia, que pretende explicar determinados sucesos que se ignoran en un momento determinado. Tampoco existiría el amor, por ejemplo. El misterio es aquello que nos crea curiosidad. Y por tanto va muy relacionado con el interés, cosa que inevitablemente podemos relacionarlo con el amor. Muchos son los que dicen que cuando conocen del todo a su pareja el amor salta por la ventana.
Cuando conozco a una chica totalmente, cuando preveo ciertamente aquello que va a hacer o decir… deja de interesarme.
En cambio muchos otros tienen la creencia contraria.
He llegado a conocer a mi pareja con los años. Ahora poseemos esa complicidad que es tan hermosa… El misterio se busca en otras cosas. Quizá al principio si tenga razón de ser, pero a la larga, lo que cuenta es que el otro se deje conocer, si no… ¿para qué?
La verdad es que son muchos los que dicen que la curiosidad de probar cosas nuevas extiende cierta adrenalina que segrega el estar haciendo algo prohibido o desconocido.
Si en este país se legalizaran las drogas, no se consumirían tanto. Quizá si al principio, pero luego ya no habría curiosidad.
Acostarse con alguien con el que apenas has charlado o que ha creado simplemente un interés por una actitud una mirada o un gesto, es algo de lo más morboso. Quizá porque no sucede demasiado a menudo.
En el mundo de la pareja muchos son los que intentan huir de la monotonía y volver a descubrir la pasión a través de cosas nuevas que les producen curiosidad o morbo.
Un día mi novio me dijo que desde siempre había tenido la fantasía sexual de que estuviéramos los dos con una chica. Llega un momento en que las cosas son un tanto monótonas y probar nuevas cosas puede ayudar a la pareja a ser más feliz.
Quiero a mi mujer. Pero las cosas no siempre son lo que parecen. Si no me inventara mi universo paralelo con el que puedo dejar llevar mi imaginación moriría. Soy infiel por motivos morbosos. Si le contara a mi mujer algunas de las cosas que me gustan en la cama, ella no lo soportaría. Es demasiado conservadora. La primera vez que le insinué una fantasía, un poco más y me echa de casa.
Mi pregunta es la siguiente… en las relaciones íntimas… ¿Qué es mejor? ¿Poder confiar y conocer a la otra persona o vivir el misterio de vivir con alguien que jamás llegarás a conocer? ¿Es mejor malo conocido que bueno por conocer?
Las personas claras enseguida creamos interés, quizá por aquella seguridad con la que transmitimos las cosas. Pero sin duda somos las que antes cansamos a nuestro contertulio. ¿Sabes la cantidad de veces que me han tachado de cuadriculada?
Una semana más tarde, tenía la esperanza que Aidan estuviera en el Stay fine, pero sabía que las posibilidades eran mínimas. Esas cosas o pasan en el momento, o no pasan. Ce tenía una cita, así que tuve que ir sola al supuesto encuentro.
Una vez allí, ni siquiera sabía por qué estaba en aquel lugar. Aidan había provocado en mí la curiosidad de lo nuevo y a la vez la conciencia de que ya lo conocía desde hacía años. No sabía si era el misterio o la similitud de esencias, pero la cuestión es que estaba allí y que no entendía por qué me había tomado tantas molestias para volver a ver a aquel tipo misterioso si ni siquiera sabía si habíamos quedado de verdad. En mi caso, la curiosidad estaba matando al gato. Pasaban los minutos y me sentía totalmente estúpida. Empecé a preveer el final de la noche. Volvería sola, a casa, sintiéndome una tonta por creer en cosas imposibles. Por ver pajaritos donde no los había. Pero en estas, apareció por la puerta con el mismo amigo. Me petrifiqué. Quería meterme debajo de algo. Me entró pánico escénico. Pero ya me había visto y se acercaba a mí. No podía huir.
Pronto proseguimos la conversación de la semana anterior. Parecía que el tiempo no había pasado. Seguíamos hablando con una emoción muchísimo más intensa que la semana anterior. Se emperró en bailar y pese a mi extrema vergüenza, dado que el tipo me gustaba de verdad, acepté.
-He estado pensando en ti toda la semana, he estado hablando de ti toda la semana… Mi amigo se ha cansado de oírme hablar de ti. Y es absurdo, porque la semana pasada fue solo algo inocente, casual… ¿Qué cosa más rara no?
¡Lo estoy besando! No he podido aguantarme. Quizá porque a mí también me ha sucedido lo mismo que él me ha acaba de decir. O quizá porque no quiero que me hable de conexiones o metafísicas. Algo dentro de mí, pese a miedo que tengo a ello, me dice que he encontrado una historia que va a ser importante en mi vida. ¿Intuición o esperanza? Ni idea, pero lo sé. ¡Dios, qué bien besa!
