En junio último, cuando su nuevo disco aún era proyecto, Coque Malla comentó a Live The Roof (Conciertos en la Azotea) sobre rodar las canciones nuevas en su Gira Fantasma: “El disco va a ser complejo de grabar porque va a tener muchos arreglos de cuerdas, metales sinfónicos, etc. y nos va a llevar mucho tiempo terminarlo. Era demasiado tiempo sin tocar y nos inventamos esta historia. La idea es que la gente, aunque sea de una manera sutil e indirecta, interfiera en el resultado final”.
A saber de qué modo han influido los bolos de esta gira en la creación y desarrollo de “EL ÚLTIMO HOMBRE EN LA TIERRA”, pero el resultado sitúa definitivamente a su autor en el Parnaso de los grandes compositores del rock en español, ese limbo imaginario - o no tanto - donde Antonio Vega, Spinetta, Serrat, Robe Iniesta, Lapido, Calamaro, Sabina, Jesús de la Rosa, Charly García, Cecilia, Quique González, Enrique Urquijo, Josele Santiago, Bunbury, María Rodés o Carlos Chaouen, entre otros y otras, dirimen y concilian versos, acordes y melodías con sus musas respectivas.
Coque Malla sacó su lengua rollinestoniana y muchos discos y canciones escuchados o grabados han llovido para conformar su mundo creativo y emocional único, ese capaz de escribir piezas tan estremecedoras, tan suyas como La Señal que abre este nuevo repertorio de once temas. Nada parece quedar dentro. Coque todo lo exprime y canta por doloroso que resulte, cada vez más cercano a lo bello y lo profundo. La soledad de las horas lentas y escabrosas pasan. Quedan las canciones. Canciones analgésicas, canciones probióticas, canciones para renacer. Una y otra vez. Coque no se rinde.
Coque escucha y observa desde pequeño y no puede evitar apasionarse, obsesionarse por esa canción, esa portada de disco, ese cantante o esa actriz. ¿Acaso “The Man Who Sold The World” de David Bowie no tiene que ver con el título de este álbum? ¡Cuántas veces Coque habrá oído “Dirty Boulevard” o el disco entero “New York” de Lou Reed! ¡Y la película de François Truffaut! ¿El resultado? Lo Hago Por ti... “Aire fresco, vino y mescal, Cuatrocientos golpes no pudieron con mi fe”... Uno es lo que escucha. Y lo que ve. Y lo que va haciendo.