Últimamente me encanta rajar sobre los indies. Especie en auge que parece haber perdido el norte musical por completo. Es entonces cuando me gusta sentarme con los que conozco y contar el nivel tan inmenso que llega a tener el artista que nos ocupa.
Si hace un par de semanas hablábamos de la patada en los cojones que resultaba Vetusta Morla para todos los modernillos de mierda, hoy es el bueno de Leiva quien ocupa estas líneas para demostrar que el mainstreim no está reñido en absoluto con la calidad. Es más, me reafirmo en que más quisieran la mayoría de bandas indies sonar como la “Leiband” y tener la mitad de buen rollo que ellos tienen sobre el escenario.
Después de reventar hace escasos cuatro meses en el Auditori, Leiva se atrevía con la sala Razzmatazz para cerrar este fin de gira de Pólvora, su último álbum.
Carlos Cros abría el bolo para ir calentando motores. Esta vez con toda la banda y desempolvando las canciones que más juego darían al catalán sobre el escenario. Una verdadera declaración de intenciones con la que Cros conseguiría hacerse un pequeño hueco entre un público que quedaba atónito ante la fuerza de las canciones de Carlos.
Sonaban Cosas que nunca se Olvidan, Esta vez no Pierdo el Tren o No más Lágrimas con el respetable ya en los bolsillos que cantaban su pegadizo estribillo.
Qué maravilla ver a fotógrafos y redactores de cierta revista Indie preguntándome:
_ ¿Conoces a este que canta?
- Si, es Carlos Cros.
_ ¡Ah! Espera que lo apunto.
Esto es España, amiguitos. Seres armados con una cámara que creen representar un movimiento y no son capaces de preparar su trabajo con antelación.
A las 21h salían puntualmente Leiva y los suyos a dejarse la piel. Pese a muchas cosas, hay que reconocer que siempre es un gusto asistir a un concierto en el Razz por cuestiones de sonido pues lo inevitable termina sucediendo.
Los Cantantes hacía temblar los cimientos de la sala y avisaba de lo que se nos venía encima.
Vientos, percusión y media hora más de duración frente al estándar del madrileño hacían que el repertorio fuera mucho más extenso y que por fin pudiéramos escuchar temas como Vértigo o esa nueva maravilla de ritmo desenfrenado que es Sixteen.
Naturalmente hubo un repaso importante a la discografía de Pereza para volver a escuchar temas como Aproximación o Por mi Tripa, canciones atemporales que no distan mucho del camino en solitario elegido por el artista.
Afuera en la Ciudad, Eme, Nunca Nadie, Terriblemente Cruel, Mirada Perdida… Un repertorio del que eres consciente de su magnitud cuando lo ves puesto en fila en directo. Una catarata de éxitos que perduran y se hacen más añejos con el paso del tiempo, tal y como explicaba Leiva sobre Mucho Mejor, versión de Los Rodríguez con la que se atrevían para el goce de los allí presentes.
¿Y cómo no? Lady Madrid para finalizar una noche de puro rockNroll, algo de lo que muy pocas estrellas entienden en este país de pandereta.
No es necesario que te acepte una minoría que se cree en posesión de la verdad absoluta sobre la música, al contrario, mantenerse fiel a si mismo es lo que realmente te hace independiente frente a los rebaños.