Anoche vivimos uno de esos momentos que de un modo u otro, pese a haber estado en esa situación cientos de veces, todos los presentes en el Salamandra sabíamos que estábamos viviendo un momento único.
Y no solo eso. A nivel personal parece que cada concierto de Xoel sea el cierre de una etapa que de algún modo intentamos revivir una y otra vez, pues como esta mañana decía Santi Campos, el gallego es a la música española lo que Pau Gasol a nuestro baloncesto: están los mejores y luego está él.
¿Y que puedo decir de Tulsa? Una banda que engancha a cada escucha y que ayer presentaban capitaneados por la misteriosa Miren Iza, ese discazo de lenta asimilación que es La Calma Chicha. Cada nota, cada melodía de la degustación de sus nuevos sonidos, se hacían más y más intensos acompañados de la desgarradora voz de la guipuzcoana.
Ambiente perfecto en la sala para la entrada de Xoel que se volvía a desnudar acompañado únicamente de su guitarra, o más bien, sus guitarras. Pues con ellas, una armónica, un pedal y un teclado, este genio loco se montaba una banda sobre el escenario.
Presentación de Paramales, repaso a Atlático y morriña al sonar Deluxe. Todo tenía cabida en un set list tan libre como ecléctico, incluso se permitió tocar Parando el Tráfico de Lovely Luna. Casi nada.
Xoel nos tocó la fibra anoche, como tantas otras veces. Y son esas noches las que me hacen volver a creer en la música en directo y en el buen hacer sobre los escenarios.
FOTOS: ANDREA MEMBRADO.