Señal inequívoca de que lo que íbamos a ver -unido al solemne piano que aguardaba en el escenario y que el cartel divulgaba el nombre del espectáculo como “Off The Record”-, tenía toda la pinta de seguir la senda de esos bolos que el gallego ofrece, tan sumamente íntimos y sencillos.
Aún así, la sorpresa estaba al llegar...
Ferreiro aparece en el escenario a las 21h. Lleva en su mano una copa de vino tinto y deja caer la bomba.
Este no iba a ser un concierto normal. El repertorio era una sorpresa de las más agradables, pues contaba que Marc Parrot, organizador de aquel tinglado, era quien le había invitado para hacer un concierto especial. Después de mucho pensar, Iván decidió hacer un repertorio distinto e interpretar canciones de otros, que de alguna manera le habían marcado durante toda su carrera musical.
¡Bien! Nos alejábamos de repertorios trillados, con vocación de karaoke, que desde la época de Piratas han estado acompañando al cantante.
Un show muy al estilo “Perversiones Catastróficas”: una serie de vídeos que Ferreiro ha ido colgando, en los que interpreta canciones de otros artistas mientras una cámara graba en plano fijo. De hecho, volvía a colocar la cámara para grabarse mientras que en el lado derecho de una pantalla podíamos ver la proyección de esta y, a su vez, en el lado izquierdo veíamos una serie de vídeos montados para este espectáculo. Distinto y curioso.
Sorpresas de la vida. La primera canción que nos presenta es “Falsas Costumbres” de Alaska y Dinarama, un tema que forma parte de la mejor época de la banda en la que componía Berlanga y no Canut. Otro mundo.
De ahí nos llevaba a “Destruye” un tema de Ilegales que hablaba de una infancia muy distinta a la suya, pero cuando uno conoce el pop en la adolescencia se puede creer cualquier cosa. Maravillosa versión.
Se dejó escuchar también “Desde El Jergón” de Los Enemigos para pasar a una de sus bandas favoritas: Golpes Bajos.
Aquí abría un paréntesis para contar un incómodo episodio acontecido la semana pasada durante el festival PortAmérica Rías Baixas de Nigrán en el que el gallego actuaba y decidía, como anoche, interpretar un repertorio que no era el suyo.
Decidió homenajear a Golpes Bajos durante su actuación, con la mala suerte de ser abucheado por el público, seguramente, el más joven en su mayoría.
Y es que como él decía, estar interpretando una canción de otra banda y cinco mil personas cantando encima de ti “Años 80”, debe ser algo de lo más violento. Tanto como para echarle del escenario.
Claro, lo de anoche era un teatro y no un gallinero como suelen ser los festivales de verano y allí no había Dios que no estuviera disfrutando del regalo que Ferreiro nos hacía. Algo que ya ha hecho historia en la música de este país.
Un poco avergonzado por como pudiera ser el resultado, nos deleitaba con “Please please please let me get what i want” de The Smiths dejando el listón muy alto.
Poco a poco invitaba a subir al escenario a Ramón Marc y su saxo, que endulzaba algunos temas tan maravillosos como “Romance de Curro El Palmo”, una versión de Serrat que quedaba a medio camino entre la del catalán y la que en su día interpretó Antonio Vega. Pelos de punta.
Y después la típica batería de versiones a las que nos tiene acostumbrados. “¿Aha han Vuelto?” de Lori Meyer, “Tierra” de Xoel López, “Vidas Cruzadas” de Quique González, “1999” de Love Of Lesbian, “Diecinueve” de Maga y bombazo al lado de Dani Ferrer al piano y una vez más el bueno de Ramón Marc: El puto “Glory Box” de Portishead.
El público, de pie, emocionado, se despedía de este artista que poco tiene ya que demostrar y que sorprende que, tal y como están las cosas, tenga los cojones de marcarse un concierto como el de la pasada noche, en el cual, lo que imperaba era la música y no la pasta.
Para repertorios de karaoke, pronto le veremos en el Sonorama. Yo, personalmente, me quedo con los instantes de anoche. Me los guardo para mí y nadie más.