La friolera de doce años han pasado desde que el bueno de Robbie Williams visitó nuestro país. Fue con aquel Escapology, quizá su disco más redondo, con el que se atrevía a pisar suelo español, claro está con mucha menos suerte que con la que lo hacía en el resto de países.
Williams es una estrella internacional que aquel 2003 saboreaba las mieles del éxito y el beneplácito de la crítica y el público. A partir de ahí el resto de trabajos siempre fue de irregular calidad bajando considerablemente el número de ventas en nuestro país.
Razón de peso para que el inglés no quisiera volver a pisar nuestra tierra. Y si a eso le sumamos que nuestro gobierno no hace más que dificultar las cosas a la cultura con sus subidas de impuestos, pues uno llega incluso a entenderlo. No solo son cosas de la fama y el egocentrismo.
Tampoco esto quiere decir que nuestro chico malo no haya estado triunfando fuera, para nada. No hay más que ver sus conciertos en Youtube y darse cuenta del nivelazo de show que monta en cada bolo.
A las 21:30 Mr. Williams salía al escenario puntualmente como buen inglés. Con una cornamenta en la cabeza y el pelo teñido de rubio, sonaban los primeros acordes de Let me Entertain You y nos dábamos cuenta de que nuestro chico sigue igual de gamberro o más si cabe y que aquel iba a ser un concierto mastodóntico en lo que a espectáculo se refiere.
Si el público caía rendido a sus pies, al sonar Rock DJ todos presentes enloquecían con el británico, quien empezaba a alardear de espectáculo. Un escenario con pasarela circular donde nuestro amigo podía dar rienda suelta a su lucimiento y una gigantesca pantalla de 3D que ocupaba por completo el escenario mientras iba cambiando de formas y proyecciones a medida que Robbie avanzaba en su repertorio.
No podía faltar su particular versión del We Will Rock You de Queen al igual que varios temas del bueno de Dean Martin, al cual ama y venera nuestro protagonista y dicho sea, servía para lucir a la Robbie William’s Band, un ejercito de músicos increíbles recién salidos del infierno.
Bodies, Monsoon, Tripping, The road to Mandalay para llegar a uno de sus temas más deliciosos, Supreme, esta vez en versión swing, estilo que por el que Williams ha demostrado varias veces que pierde la cabeza.
Y llegaba uno de los momentos más emocionantes de la noche. Robbie reunía a su coro y bailarines para entonar la gamberra Come Undone dejándose la voz y terminando en Still Haven’t Found What I’m Looking For de U2. Sencillamente maravilloso.
Suerte la que tuvo Mónica, fan incondicional que acababa de divorciarse y a quien subió al escenario para cantar Candy metidos en una cama. Otro de los muchos momentazos de la noche.
Y de ahí a Feel, quizá uno de los temas más aplaudidos del artistas con el que consiguió arrancar lágrimas a los presentes con su poderoso estribillo.
De la mano de un repertorio de riffs entre los que destacaban Whole Lotta Love de Led Zeppelin y Highway to Hell de AC/DC para acabar en Kids, un temazo que daba cabida incluso para el hip hop.
Un largo bis y nuestro showman volvía a aparecer vestido con un traje de luces a lo Elvis para entonar otra versión. Esta vez repetía con Queen y su Bohemian Rhapsody increíblemente interpretado con el que terminaba bendiciendo la figura de Freddy Mercury.
¿Y cómo no? Dejaba lo mejor para el final. Angel levantaba a todo el estadio para cantar su melodía mientras las furgonetas de Robbie esperaban justo detrás del escenario para llevárselo donde fuera.
Había cumplido con creces. Es difícil valorar las canciones cuando vienen acompañadas de tanto trabajo, pero de lo que realmente quedó constancia anoche, es de que a este chico malo lo que le interesa es el puro entretenimiento y creo que es imposible que nadie se aburriera durante las dos horas de duración. Yo aún sigo con la boca abierta.
Esperemos que no tarde tanto en volver por estas tierras.
FOTOS DE Jordi Teixidó CEDIDAS POR DOCTOR MUSIC.
