Una crónica de Sergio Sada para Culturaencadena.com.
Fotos: Strange Minds
La gente de Curtcircuit dejaba caer una de las bombas termonucleares de su programación del 2015 el pasado sábado.
El gran problema que siempre ha tenido alguien como Ron Sexsmith es la poca acogida que ha tenido durante toda su carrera. Es curioso, pues la crítica y el público siempre han coincidido en señalar a Sexsmith como uno de los más grandes artistas de su generación y aún así, el circuito en el que se mueve este canadiense es cada año más cerrado.
Ron presentaba en nuestro país su nuevo trabajo Carousel One, un álbum que a priori podía parecer uno más pero que a medida que vas descubriendo las melodías ocultas entiendes que Ron a dado una mínima vuelta de tuerca a su carrera.
Ron sonríe por primera vez en la portada y eso se refleja en cada una de las canciones, que sin perder ni un ápice de belleza, esconden algo más de optimismo y humor de lo que nos tiene acostumbrados.
La sala Luz de Gas era la elegida para la presentación de su nuevo trabajo, pero no venía solo.
Con la sala llena de sillas, algo que es de agradecer debido a la propuesta de la noche, un desconocido Sam Palladino sorprendía con sus composiciones a los presentes. Joven promesa que conseguía nuestra atención y sorpresa desde el primer momento.
El segundo concierto de la noche corría a cargo de la joven catalana Nuria Graham, que armada con una guitarra eléctrica nos envolvía con la sensibilidad de sus melodías y la euforia de su voz. La sala se volcaba completamente a sus canciones.
Ron salía al escenario acompañado de una banda de esas que quitan el hipo. Convencidos de lo que son capaces de transmitir sobre el escenario, Sexsmith es consciente de el curioso fenómeno que es llevar 20 años de carrera y no terminar nunca de posicionar en el sitio correspondiente.
Sexsmith nos deleitó con un repertorio en el que no faltaron clásicos de sus primeros trabajos como Sweet Heart y maravillas de su nuevo trabajo como Nothing Feels The Same Anymore o Saint Bernard.
La banda suena tan bien en conjunto y Sexsmith canta de tal manera que es imposible no emocionarse con cada nueva melodía.
No faltaron solos al piano y a la guitarra en las que demostraba que llevar una banda detrás, por muy buena que fuera esta, no es más que pura pirotecnia, pues sus canciones se sostienen solas acompañadas de un único instrumento.
Incluso, para los más nostálgico y ñoños, interpretó esa maravilla llamada Gold In Them Hills perteneciente a la banda sonora de la película Una Cuestión de Tiempo.
Quizá sea eso lo que necesita la música de Sexsmith. Tiempo para dejar las cosas en su lugar y este canadiense sea reconocido mundialmente como uno de los mejores compositores de su generación. Todo se andará.