Crónica y Fotos: Jordi Deza
“no te quedes sin labios,
no te duermas sin sueño,
no te pienses sin sangre,
no te juzgues sin tiempo…”
Así comenzaba el concierto de Rozalén, con unos versos de Mario Benedetti que ya avanzaban el tono que tendría el concierto. Un concierto que también podría entenderse como una oda a la felicidad, a la feminidad y a la vida.
Por supuesto, no podía faltar en el escenario Beatriz Romero, interpretando los temas en lengua de signos aportando a la actuación un matiz más de emoción. Es innegable la química que tienen estas dos artistas, siendo fácil ver momentos de complicidad y de conexión entre ellas.
Puedo decir que el concierto fue de menos a más en cuanto a energía. Rozalén empezó con “será mejor” una de sus canciones más profundas que narra cómo la idolatría puede ser un gran sufrimiento y decepción. Una canción intimista en la que la cantante se luce con su melódica voz.
Le siguió “El hijo de la abuela” una canción bastante más movida y extremadamente pegadiza.
Seguidamente, sonó “Vivir” una de mis canciones favoritas de la artista y una oportunidad que no aprovecharon para traer a Estopa con quien Rozalén colaboró para hacer el tema. Una verdadera lástima ya que esto hubiera puesto el broche de oro al concierto.
Los monólogos entre canciones a los que la artista acostumbra, dan una dimensión extra a sus canciones ya ricas en contenido de por sí. Antes de cantar “Justo”, la cantante explicó la historia de su tío abuelo, quien da nombre a la canción. Justo, murió unos días antes del final de la Guerra Civil española y no se supo donde yacía su cuerpo, hasta hace unos meses.
Tras conocer al presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, llegaron a descubrir la fosa común donde Justo descansaba.
El concierto también dejó ver la faceta feminista de la artista, con varias canciones que empoderan a la figura femenina. Canciones como “ La puerta violeta” donde Rozalén habla de la violencia de género y sobre la importancia de hacerla visible para ser capaces de evitarla.
En resumen, un gran concierto, donde el público se entregó totalmente a las canciones pegadizas y al ritmo poderoso de la banda que lidera Rozalén. Es un placer ver como aún existen artistas capaces de contagiar su energía y hacernos bailar a un mismo son.