Más de una década de carrera culminaban anoche en L’Auditori de Barcelona.
Detractores de Leiva hay muchos, es inevitable en el rock n’ roll y, si me apuras, hasta divertido, pero a partir de este momento, cualquier desprecio o mofa a la carrera de este artista es simple y pura estrechez de miras -y, desde luego, mucha envidia-.
Culminar en una ciudad que no es la tuya con un aforo prácticamente lleno y en un escenario tan particular como el de L’Auditori, es un triunfo y un momento inolvidable tanto para Leiva como para los anoche presentes. Es más, el madrileño es tan consciente de esto, que no pudo dejar pasar la oportunidad de agradecer a los que habían hecho posible que una banda de rock pudiera meter sus amplificadores en un escenario como ese cuando era algo impensable.
Paco de Lucía consiguió subir con su guitarra y un público lleno de gitanos cuando solo era un espacio para la ópera y la zarzuela. Ahora Leiva y el buen hacer del Festival Mil-lenni nos regalaban la presentación de Pólvora de una manera que no estamos acostumbrados a ver.
A las 21h la Leiband salía a un escenario repleto de alfombras para entonar Nunca Nadie a capela. Ya empezábamos con los pelos de punta.
El músico no tardó en desempolvar sus creaciones más antiguas que le catapultaron al estrellato con Pereza y rápidamente sonaban Como lo Tienes Tú o Animales, tras la cual Leiva agradecía al respetable el hecho de que se gastara sus pocos ahorros en la entrada y más teniendo en cuenta los tiempos que estamos viviendo. Respeto absoluto.
Justo ayer moría el gran Bobby Keys, el saxofonista de los Rolling Stones desde hace más de cincuenta años y la banda le dedicaba Por mi Tripa, acertado homenaje a una vida llena de creaciones y excesos.
Por fin la gente se levantaba de sus butacas para bailar Los Cantantes, próximo e inminente single del álbum para seguir con Miedo en un sólo musical de la banda que pasará a los anales de la historia. Rock y blues para alargar el tema hasta los diez minutos. Maravilloso.
Eme enloquecía al personal y La Hora de Los Leones les hacía gritar a pleno pulmón mientras la banda aprovechaba para hacer el clásico bis y volver a rascar la guitarra de Leiva con Terriblemente Cruel, un absoluto himno que el tiempo dejará en su lugar.
Hace Calor era dedicada al gran Ariel Rot y por supuesto, si buscamos un brillante colofón, la noche se cerraba con el broche de oro que es ese temazo llamado Lady Madrid y que tanta morriña levanta entre los madrileños, yo incluido.
Poco o nada tiene que demostrar este rockero de pies a cabeza, pues en cada bolo, en cada noche, consigue levantar la admiración y el respeto tanto de público como de sus compañeros de profesión. ¡No te mueras nunca Leiva!