Como en la vida real (Photo credit: SordaCadencia)
La fidelidad es un concepto muy abstracto pero que, por supuesto, tiene un convencionalismo social. Para empezar, es un fenómeno que sólo se produce en la especie humana ya que el resto de animales de la Tierra no la practican. En ese sentido, y admitiendo que somos animales racionales, al asumir el concepto de fidelidad, estamos renunciando a parte de nuestros instintos. Por todo ello voy a analizar las implicaciones físicas y emocionales de la fidelidad en este artículo.
infidelidad (nono martin) (Photo credit: saia.neogaia)
En primer lugar quiero relacionar este artículo con los dos anteriores, “Deconstrucción de Conceptos” y “Las Arras del Amor”, disponibles en esta misma sección. Cómo comenté en esos análisis anteriores, la fidelidad no es más que otro concepto social que puede ser interpretado de muchas formas, pero lo importante es que, desde mi punto de vista, se parte de una premisa equivocada. Buscamos pareja para completarnos, para conseguir algo mágico imposible de conseguir en otra parte. Ese supuesto amor que nos obliga, en muchas ocasiones, a renunciar a una parte importante del YO personal e independiente para mantener un NOSOTROS. A todo ello hay que añadir que la relación de dependencia que se genera en una pareja por la premisa del completarse mútuamente genera una gran tensión entre el YO y el NOSOTROS, como vimos en “Las Arras del Amor”.
Pero partamos del principio, ¿qué entendemos por fidelidad? La gran mayoría de la gente entiende que la fidelidad consiste básicamente en no meter la polla en coño ajeno o viceversa. En ese sentido, la sociedad está penalizando la fidelidad física cuando el deseo por otra persona es un sentimiento totalmente natural y, por lo tanto, se premia la represión del mismo. Pero para mí es mayor infidelidad estar enamorado de otra persona en secreto a pesar de mantener la polla/coño en los pantalones que follarse a un/a forastero/a una noche. Lo complicado es que los sentimientos humanos suelen ser difíciles de encontrar e interpretar, especialmente si hemos sido educados para reprimirlos y apartarlos de nuestra mente.
Ello me lleva a diferenciar la infidelidad de la mente, racional y reflexiva (aunque no por ello controlable) de la del cuerpo, irracional e impulsiva. En la primera encontramos un deseo constante, no es un calentón, y por lo tanto se actúa premeditadamente, en muchas ocasiones acostumbra a ser una búsqueda de la individualidad perdida, un espacio de libertad desconocido por el otro miembro de la pareja. En la segunda, es un acto totalmente natural que nos han enseñado a reprimir. En cualquiera de los dos casos, hay que diferenciar el sexo del deseo y del amor. La sociedad no entiende el amor sin fidelidad pero ¿no hay amor más puro que el que da libertad sexual a la pareja y por lo tanto que exista tal confianza en ese amor que no es necesario poner cadenas a los instintos? ¿Existe fidelidad por voluntad de estar con una sola persona o por la tensión que genera el perderla?
Otro factor importante en la infidelidad son los celos. Para mucha gente, cierta cantidad de celos es un elemento necesario de la relación ya que lo comparan con una muestra instintiva de deseo y de malestar al pensar que tu pareja puede estar con otra persona. Me remito al párrafo anterior para afirmar que precisamente los celos son una muestra de inseguridad en la relación y en el supuesto amor que existe entre la pareja. Además, éstos se basan en la desconfianza sobre la otra persona, cuando precisamente esa confianza debería ser la base de una relación sana.
Esto no es lo que parece! (Photo credit: palomitasymaiz)
Otro aspecto a considerar es el sentimiento de propiedad. El lenguaje es cruel en ese sentido utilizando siempre los artículos posesivos para nombrar al otro miembro de la relación (mi novio/a, mi pareja, mi marido/mujer). El lenguaje es sólo una muestra de ese sentimiento de propiedad que se genera entre las parejas. Si bien el NOSOTROS es un espacio común propiedad de ambos, la falta de comunicación y el miedo a la soledad acaban casi siempre dejando a las personas arrastrarse hacia un lugar en el que no quieren estar. Ese sentimiento de propiedad respecto a la otra persona, sólo consigue generar más tensión entre el YO y el NOSOTROS haciendo que la relación sea cada vez más tensa y que sólo tiene dos salidas: aceptar esa realidad y vivir en la tensa calma o rebelarse contra ella y romper las “arras”.
Volviendo al tema de la fidelidad socialmente conocida (la física), ella se basa sobre la base de sacrificar los instintos naturales por una relación de pareja, y sobre estos cimientos se construyen todas las relaciones formales y las familias. Otra opción sería sacrificar otros instintos, quizás no tan naturales, como son el de la imagen mental de ver a tu pareja con otro/a o el sentimiento de propiedad que existe en muchas parejas de un miembro hacia el otro. La cuestión es que nos enseñan desde pequeños que el impulso que hay que sacrificar es el instinto natural del deseo por otras personas mientras que la sociedad castiga a los miembros que sacrifican el otro. No quiero criminalizar la fidelidad física, creo que es una opción muy respetable si realmente es algo que va con tu carácter y tu forma de ser, pero no entiendo que casi el 100% de la población esté de acuerdo con esa premisa. Prueba de ello son las incontables historias y estadísticas de infidelidad y celos (¿o acaso el hecho de que el 50% de la gente mire los sms de su pareja es una muestra de amor y confianza?).
Crying Again (Photo credit: Juan & Diëgo)
Pero para mí la opción más natural es la más simple. La fidelidad se construye sobre un concepto, “la pareja”, que ya no es natural. Si bien es cierto que estamos influidos por los sentimientos, la razón y la educación, ningún instinto natural primario te impulsa a compartir tu vida con tan sólo 1 persona, en ningún sentido. Por ello considero que la fidelidad puede ser un pacto entre dos personas que han aceptado entrar en el juego social de las relaciones de pareja, pero desde esta humilde plataforma me gustaría demostrar mi apoyo y respeto por aquellas personas que no creen en la fidelidad como condición necesaria a la pareja y son capaces de aceptarlo y vivirlo sinceramente con su compañero/a. Al mismo tiempo, aprovecho para mostrar mi rechazo a todos aquellos que prometen y aseguran fidelidad a su pareja y no la cumplen (que por supuesto son la mayoría) aunque reconozco que a menudo esa doble vida es la única opción de tener pareja sin renunciar a tus instintos.