Los políticos profesionales van a lo que van, y lo más triste es que nosotros les votamos, dando lugar a dos géneros políticos de ficción más: la política romántica y la de ciencia-ficción, aquella que cree en lo imposible y que permite a todas estas sanguijuelas que quieren gobernarnos conseguir sus egocéntricos objetivos."
Empezó diciembre, un mes que este año no solo estará marcado por la fiebre consumista de las Navidades, sino también por el gran teatro de la política que se nos viene encima, consecuencia del capricho de Rajoy de agotar su legislatura al máximo. En pocos días empieza la insoportable campaña electoral.
Pero lo que no sabemos es si sabrán gobernar. A excepción de Rajoy, del que todos habremos podido sacar demoledoras conclusiones tras la vergüenza que hemos sentido en estos últimos 4 años. Algunos pensarán que ya ha empezado. Hemos visto a todos los candidatos en televisión, porque estas son las elecciones más televisivas de la Historia. Ya sabemos que saben bailar, cantar, cocinar, ir en globo... Sabemos como viven y donde viven (o eso creemos) tras los publi-reportajes que sobre su "humilde" día a día han emitido las cadenas privadas del país.
¿Qué alternativas políticas 'del cambio' tenemos a la 'no-política' del PP?
Por un lado tenemos la "política del humo" de Ciudadanos, tan efectista como vacía de contenido. Un partido hiper-promocionado por los medios de comunicación, pues hacía falta un "Podemos" de derechas a toda costa. Ya lo tienen.
Tras encontrarse con Rivera hasta en la sopa, uno se queda con la sensación de que pocas veces hemos oído tan repetidamente a alguien para luego sacar unas conclusiones tan pobres. Un argumentario demasiado calculado, relleno de obviedades y demagogias, que solo intenta sacar partido de las debilidades de otros. En realidad, cuando nos preguntamos ¿qué cambiaría si voto a ciudadanos? nos encontramos con una respuesta nula, pues no aporta nada concreto ni ninguna alternativa en firme.
Podemos lo intenta con otro género: "la politica de autor". Va por libre, y aspira a ser un partido 'indie'. Pero el 'indie', en manos del ser humano, acaba conviriténdose siempre en 'mainstream'. Los ideales de autor son substituidos por otros que ya conocíamos y, al final, ya no mola tanto.
Si Podemos ganase las elecciones, sabríamos que algo cambiaría, pero ya no sabemos el qué. La indefinición es lo que hoy por hoy define a Podemos y a Pablo Iglesias que, si bien gozó de la simpatía de un servidor cuando defendía unas ideas concretas, la fue perdiendo a medida que dejó de defenderlas o las defendió a medias, siempre calculando cual sería la mejor estrategia. Tanto cálculo no fue bueno, Pablo, has provocado el agotamiento del respetable.
Tenemos también al gran Dios de lo "políticamente correcto": Pedro Sánchez. Todos podríamos adivinar, al igual que con Rivera, lo que dirá si le preguntamos sobre cualquier tema (Pablo Iglesias y Rajoy son más impredecibles, por razones bien distintas).
Dicen que este señor se presenta por aquel partido que en algún tiempo anterior fue de izquierdas, el Partido SOCIALISTAOBRERO español. Y sigue presentándose con esas siglas porque, de hecho, es lo único que queda de aquel partido que algún día algunos quisimos votar (mucho antes del GAL, la corrupción o de que Felipe González consiguiera un remuneradisimo puesto de honor en una empresa de cuyo nombre no quiero acordarme).
Del PSOE solo queda la marca comercial, que quizá pueda convencer para votarles a aquellos que aún crean (y es mucho creer), que estamos ante un partido de izquierdas, socialista y obrero. Su gran suerte es que el refranero sigue siendo sabio y que todos sabemos que la (buena) fe mueve montañas, y que la nostalgia de aquello que pudo haber sido siempre es superior al recuerdo de lo que finalmente fue.
Nos queda la "política libre" de Izquierda Unida y UPyD, de los que saben que, como van a perder, pueden atreverse a proponer tantas cosas como quieran. No cuela.
No queremos no olvidanos, no aquí, de "la política inútil". Y es que, aunque nadie cuente con ellos, hay otros partidos que se presentan, como los vascos, catalanes, etc... Pero a estos ni se les invita a los debates, ni se les espera para los pactos, a no ser que el resultado de la noche electoral sea muy complejo, se necesiten 3 partidos y haya que utilizarlos. Pero si no hay que tirar de ellos para un pacto, ni en el Congreso ni en el Senado contarán para nada, por mucho que les den unos minutos para hablar para que así puedan soltar sus pataletas.
Siempre queda margen para la política 'outsider' o de 'serie b', con todos aquellos partidos que defienden diversas causas por su cuenta, pues saben que nadie más se las va a defender, y que siempre hacen acto de presencia, junto con los votos nulos o en blanco, las opciones más sensatas.
Por último, está "la política amateur": la nuestra, la de los ciudadanos. Y es que, al fin y al cabo, en estos tiempos en que se dice que "es la hora de la política", y que "el pueblo se ha manifestado", y "que hay que poner sobre la mesa las reivindicaciones sociales y lo que el pueblo ha pedido", todos sabemos a ciencia cierta que no pondrán nada encima de la mesa ni harán nada de lo que tanto queremos, deseamos y ansiamos.
Los políticos profesionales van a lo que van, y lo más triste es que nosotros les votamos, dando lugar a dos géneros políticos más: la política romántica y la de ciencia-ficción, aquella que cree en lo imposible y que permite a todas estas sanguijuelas que quieren gobernarnos conseguir sus egocéntricos objetivos.