Logo of the Trademark Bankia Español: Logo de la marca Bankia (Photo credit: Wikipedia)
A un día del 15-M, y viendo, un día tras otro, que la corrección política es la única política que tenemos, rearmamos una de las arengas que desde siempre hemos hecho en CEC: instar a los ciudadanos a dejar de lado lo políticamente correcto, y poner en duda y luchar contra los mensajes que nos envían desde las más altas esferas.
Desde la disculpa del Rey, pasando por la forma en la que el Gobierno actual anuncia sus sangrantes medidas, y acabando por cómo nos venden casos como el de Bankia (por el bien de todos), y por poner sólo 3 de los últimos miles de ejemplos, hay que decir basta y alzar la voz. BASTA YA.
La corrección política de nuestra sociedad hace que parezca que haya una gran mayoría, puesta de acuerdo, que en realidad no existe...
En lo único que se han puesto de acuerdo los seres humanos (ya pertenezcan al grupo 'pueblo', 'políticos', 'poderosos', 'burgueses' o cualquier otro estamento), en los últimos tiempos es, desgraciadamente, en ser políticamente correctos. En mostrar y demostrar, día tras día, su buenismo, lo bien alineados que están con la normalidad, debido a esa coincidencia con la apariencia de todos diseñada, no lo olvidemos, por otros, los interesados. Eso les hace sentir que pertenecen al mejor de los grupos, según ellos; el peor de todos, según quien esto firma.
El pensamiento políticamente correcto es el cáncer de la sociedad precisamente por eso: porque distorsiona la realidad y la hace a medida de los que mandan. Como estamos en un mundo de cobardes, y nadie se atreve a decir lo que piensa, en ninguna situación (también las domésticas, ni tan siquiera con tu propia pareja o en nuestro lugar de trabajo), la gran mayoría se apunta a pensar, en todo, lo que ven que da resultados. ¿Resultados? Crisis económica histórica, y 4 millones de parados, entre otras lindezas (libertades recortadas, control absoluto de todo por parte de los poderosos, sumisión del ciudadano en el puesto de trabajo, etc, etc, etc...)
Nueva manifestación en Metropol Parasol (Plaza de la Encarnación), Sevilla (Photo credit: Wikipedia)
Que cada uno lleve su vida personal como patéticamente pueda, pero a nivel social, arengo a todos los lectores encadenados a extirpar este tumor, puesto que puede parecer, entonces, que hay un consenso en algunos temas importantes, y que todo el mundo está de acuerdo en temas en los que realmente, si todo el mundo dijera lo que pensara, habría muchas sorpresas.
Los que son amigos y partidarios de la corrección política, son en realidad enemigos de la participación ciudadana real, y enemigos de todos aquellos valores con los que muchos se llenan la boca: de la democracia, de la libertad, la igualdad, etc... Con sus correcciones y cobardías, no hacen más que perjudicar los intereses de todos, y ya que el ser humano es egoísta y le importa un carajo el bienestar del vecino, vamos a hacerles ver que, como ahora ya todo el mundo puede comprobar, también perjudica los intereses de uno mismo. Quizás así les importa más no seguir esa actitud que sólo interesa a los que tienen las llaves de la caja.
A nivel político, la corrección política es, valga la "rebuznancia", el pan nuestro de cada día. A los políticos les encanta. Son todos aquellos que no quieren oir hablar de consultas populares, referéndums y que, en cambio, siempre velarán por la hegemonía de los partidos, bancos, etc...
Los políticos políticamente correctos dejarán al ciudadano políticamente correcto echar su papeleta en la urna cada 4 años, pero procurarán, durante ese período, que no puedan hacer nada más. Para ello usarán todas las tácticas que hagan falta, y el pueblo, siempre tan avispado, picará seguro el anzuelo. Se utilizará cualquier argumento, y se utilizarán adjetivos como anti-sistema, extremistas, violentos e incluso terroristas a aquellos que protesten de forma activa y no se callen ni se queden de brazos cruzados esperando a ver como siguen abusando de ellos. El pueblo caerá de nuevo en la trampa y se reducirá a sí mismo, si hace falta, a la nada.
Entre todos, pues, se está manteniendo e imponiendo el pensamiento políticamente correcto a la orden del día. Desde cec siempre nos negaremos, por más que algunos cogerán el argumento de que, claro, yendo de políticamente incorrectos, nos creemos más guays que nadie. Ni por asomo. Este es un argumento fabricado, también, por los políticamente correctos. Así que ni caso. De frente, a cara de perro, y tirando la basura, con la incorrección política (verbal y de acción) como virtud y, practicamente, única tabla de salvación.
Movimiento 15-M en Bilbao (Photo credit: Wikipedia)
Vista la situación a la que nos han llevado todas estas correcciones, con una crisis económica histórica, con 5 millones de parados ( y sean conscientes que dentro de un año serán 6 por más que nos den esperanzas cuando en verano se reduce un poco la desocupación), arengamos a nuestros lectores encadenados a que vayan acabando con esta corrección política que de nada sirve a parte de seguir perdiendo libertad, derechos y oportunidades. Semana tras semana, en las nuevas columnas de opinión de esta web, que quiere ser revolucionaria y ya lo ha conseguido en temas culturales, se seguirán dando claves para que no sigamos cayendo en las trampas del sistema.
No soy un iluso, ni un ingenuo. Tampoco un amante de las utopías. Y mi escepticismo, fruto de una observación consciente de todo y de todos, no me invita a pensar que esto vaya a suceder, no en una globalidad. Pero con estas líneas quiero dejar escritos unos hechos incontestables, dejar patente una actitud, y mostrar mi admiración por aquellos que se niegan a pasar por el tubo en cualquier situación y que, seguro, se sienten solos en la lucha.
No estáis solos. Somos muchos. Y si estas líneas sirven para que algún indeciso que vive en la contradicción se anime a cambiar algunos comportamientos, me daré por satisfecho.
Hay que seguir luchando, cada día, también en agosto y en Navidades, por la libertad propia y global, porque ir a protestar el día que a uno le interesa, tampoco sirve. La actitud tiene que ser, siempre, la de proteger la propia libertad de decisión y opinión, pero también la del resto.