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Hubo un tiempo en el que se podía ser inocente. Hubo una época en la que las inocentadas se hacían con el ánimo de sorprender al otro o demostrar tu ingenio, por encima de otros intereses, como pueden ser el sacar provecho de ello, o puramente el engaño y la mentira como logro. Hubo unos años en los que incluso buscábamos la más ingeniosa inocentada en las noticias, en los periódicos, y nos hacía cierta gracia e ilusión, incluso le dimos reconocimiento. Pero hoy en día es insultante leer una inocentada más.
Y digo una más porque cada día tenemos que soportar demasiadas inocentadas. Sólo hay que coger un periódico para encontrar más de la cuenta. Algunas, incluso en portada, con el único afán de convencer al lector de una afiliación política u otra o, simplemente, reflejando las mentiras que van diciendo unos u otros. Siempre me he preguntado por qué un periódico o un medio de comunicación tiene que reflejar lo que unos dicen, aún sabiendo perfectamente que es mentira.
Nos pasamos el día nadando entre rumores, medias mentiras, tercios de verdades y dudas más que razonables.
Y vivimos cada día de nuestra vida inmersos en una total desconfianza, yendo con cuidado con que no nos engañen de nuevo, puesto que la mentira, el engaño y la inocentada han sido la base para forjar esta gran crisis económica, utilizando la inocencia de algunos para satisfacer la indolencia y ambición desmedida, y aún no desmentida, castigada, ni corregida, de otros.
Momento más que imperfecto para sacar nuevas inocentadas en ese día que, en un pasado que hoy se nos antoja plusquamperfecto, fue de los inocentes. Momento para pedir, aunque no nos hagan caso, que, como deseo de año nuevo, en el 2012 no tengamos que soportar más inocentadas, ni a nivel político, ni económico, ni de ningún tipo.
Que no se aprovechen de la inocencia de nadie, sería uno de los mejores deseos para el primer día del año, pero creer que eso se puede cumplir en la sociedad que vivimos, que actualmente se basa en venderte o convencerte de lo que sea en base a cómo engañarte, no sería otra cosa que, precisamente, una nueva inocentada.