Mariano Rajoy (Photo credit: Contando Estrelas)
Rajoy es un mal presidente para estos tiempos y lo tiene muy complicado para seguir como tal. De eso no queda la menor duda.
Su carácter es de otra época, y estos "sí pero no", ahora lo niego pero no del todo, este marear la perdiz y ganar tiempo, que en otras ocasiones se le ha elogiado, con el tema de la corrupción ha dejado clara su inoperancia y su invalidez para los tiempos que corren donde, por vez primera en muchos años, la población española, y el mundo en general, QUIERE SABER.
Quiere saber qué pasa, quiere saber por qué la situación es la que es. Hay más ganas de saber que nunca. Y Rajoy no tiene respuestas.
Sus últimas declaraciones han provocado la risa o indignación nacional. Sus "es falso" no bastan. 900 mil personas han firmado ya la petición de change.org para hacer efectiva la dimisión de Rajoy y toda la cúpula del PP acusada en los papeles de Bárcenas. Y este es un tema muy serio que la retórica de Rajoy no puede sustentar. No se da cuenta, escudado en la negación y en el 'no me lo merezco'.
"Todo es falso excepto algunas cosas" le condena. Rajoy se auto-engaña, y eso es un problema insalvable siendo el líder del Gobierno.
El sábado no aceptó respuestas, y se limitó a leer (como casi siempre) el guión de un comunicado que le habían escrito. El lunes dio 2 respuestas, y la improvisación le dejó de nuevo en ridículo.
Entrevistas que no son entrevistas (Jesús Hermida y el Rey), ruedas de prensa que no son ruedas de prensa, videoconferencias surrealistas, un presidente que no es presidente, y una Europa (ayer reunión con Merkel), que sigue pidiendo sacrificios a los ciudadanos españoles, y parece que, al igual que el resto del mundo, no tiene nada que decir sobre este tema.
La gente pide al periodismo que se sepa todo. Pero los periodistas no son jueces, y todo esto lo deberá resolver un sistema en total decadencia, al igual que el resto de estamentos nombrados en este artículo que intenta reflejar lo penoso -y grave- de la situación de nuestro país en este momento.
Algunos, y no sólo de izquierdas, sino también de extrema derecha, están contentos por lo que está pasando. Cuidado: es muy peligroso el "cuanto peor, mejor". Más allá del color político de cada uno, el presente de nuestra sociedad, y lo que está por venir, tiene muy mala pinta. Aquí estaremos para intentar reflejarlo, comprenderlo y, sobre todo, asumirlo, entre todos.