A yoga class. (Photo credit: Wikipedia)
Entre las infinitas actitudes que yo considero de auténtica locura post-moderna y que sin embargo, sin saber por qué, la sociedad acoge como "normales", recomendables, útiles y verdaderas, observo la creciente tendencia del que yo llamo "INTEGRISMO DIETÉTICO", esa gente que está obsesionada con hacer un récord de permanencia en nuestro planeta, obsesionados con vivir muchos años, y esto es así literalmente, priorizando la cantidad de años que quieren vivir por delante de la calidad. Les da igual estar puteados, el objetivo es existir el máximo de tiempo posible, como si la propia vida fuera su don más preciado y por ella -y para ella-, sacrifican todo aquello que, precisamente, le puede dar un cierto sentido o valor.
Les podrás ver por la calle: son esta gente que hacen cara de cabreo y amargura constante, o en su defecto, de sonrisa estúpida, típica de esos recalcitrantes vegetarianos, tristes, desnutridos y que acostumbran a sentirse bien con ellos mismos pegándote el sermón sobre lo mucho que se cuidan y cuidan del planeta (la nueva herramienta del sistema para justificar atrocidades, el cambio climático), que considera delincuentes a todo aquel que come carne, y que, entre tantos otros condicionamientos, sólo suben su autoestima cuando alguien les reconoce que es admirable lo que hacen o, ya sin palabras necias de por medio, ven a alguien que ellos, tan respetuosos con la naturaleza y la dictadura dietética, tildarán de gordo y seboso.
No tendría que ser así, pero fruto de la observación de las actitudes básicas humanas, llego a deducir que esta actitud debe ser una forma de sentirse con una identidad, de que pertenecen a un grupo, y que son muy diferentes por hacer lo que hacen. Tres rasgos básicos que caracterizan, y unen, las 'iniciativas' del ser humano. Son muy tolerantes con los animales y las capas de ozono, pero empiezo a ver preocupante que siempre tengan algo que decir sobre la gente obesa, entre los cuales no me encuentro, por si alguien piensa que yo también estoy tarado y sólo escribo estas líneas para hacer subir mi autoestima.
Estoy harto de escuchar sus sermones y luego pillarles en cualquier actitud que contradice sus "principios". Llevo años callándome, pero hoy quiero dedicarles esta columna. De hecho, esta gente es la más fácil de pescar, pues pronto hallarás la manera de hacerles ver que una de sus actitudes es contraria con los modelos que pregonizan, religiosamente y en cada uno de los encuentros que tengas la desgracia de tener con ellos.
(Photo credit: Wikipedia)
Hay muchos grupos integristas, mucho más tristes aún, pero con la sonrisa en los labios y con el sermón igual de bien aprendido y siempre con el objetivo de ser más "cool" que el vecino: hoy quiero centrarme en las personas que sucumben a unas modas tales como el yoga, el tai-chi, la acupuntura y todos aquellos derivados que no puede ni quiere recetar la medicina tradicional, modas que se aprovechan de ellas (sí, esto también es un negocio) mientras las propias víctimas les ensalzan (una relación similar a la de los creyentes y la Iglesia).
Hay algo que me molesta mucho en ellos, similar a lo que me provocan los vegetarianos, y es esa actitud mesiánica que adoptan ante todo esto, viéndonos a nosotros como unos pobres desgraciados que nos hemos alejado del camino de la luz y la verdad de la vida, cuando su discurso es más que obvio y de parvulario, y su principal razón para practicar tales actividades vuelven a apelar a esas necesidades humanas básicas, que esta vez podrían definirse, para no repetirme en lo antes apuntado, a incrementar su vida social y su integración en la sociedad, ser más normales, o sentirse superiores al resto con sus discursos, que es lo único que parece que pueden conseguir con tales técnicas de relajación, puesto que luego los actos de estas personas no reflejan mucha meditación que digamos. Y porque la realidad siempre se impone, y esto ha sido y será así siempre: cuando no puedas pagar la hipoteca, cuando te quedes en el paro, o cuando alguien de tu entorno sufra algún contratiempo o accidente de importancia, de nada le servirá a uno respirar hondo o cruzar las piernas.
Me ponen de los nervios con sus citas de acupuntura a las 6 y su grupo de amigos solteros del yoga, sus quedadas para transmitir sus dogmas, mientras yo sólo pido que me dejen comer tranquilo mi asado tal cual me gusta, acompañado de unas cañas, y hacerlo aunque sea en la terraza de un bar aislado, en el que saco mi mechero y enciendo mi cigarrillo. Inhalar el humo, que mueve la parte cerebral de mis adicciones, hecho que reconozco sin problema alguno ni bajones de ánimo, de la misma manera que deberían hacerlo ustedes en sus ganas de gustar y tomar siempre el discurso políticamente correcto, o el camino de la normalidad, o acumular dinero, o joder al vecino, adicciones mayoritarias en nuestra sociedad.
Yoga 23 (Photo credit: o0bsessed)
Y escribo una columna como esta para tirar algunos conceptos de moda a la basura. Y sigo fumando, tranquilamente y sin ningún tipo de reparo ni remordimiento, porque señores, no todos somos ex-fumadores, algunos ni tan siquiera nos hemos planteado dejarlo, otros no lo haremos jamás, y sobretodo entiendan que no todos queremos vivir 100 años amargados.
Frenen sus constantes sermones: usted puede alardear del yoga y su apego a la naturaleza, preferiblemente lejos de mi, y yo quiero fumar, comer bien, y disfrutar, puedo estar completamente sólo haciendo estas actividades, incluso puedo leer un libro o un periódico mientras como en total soledad, me da absolutamente igual no sentirme integrado en un grupo de seres humanos básicos, y ya pararé de fumar, comer y disfrutar cuando me muera o, quizás, cuando no haya tanto pesado integrista al que tenga que soportar.