Después de casi 4 años en el poder, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy hizo por fin el primer desayuno-coloquio informativo, organizado por Europa Press.
Se (re)confirmó el vergonzoso periodismo que actualmente se hace en este país, y que el cuarto poder está completamente caído e inoperante, rendido ante el poder político.
Según se anunciaba, el jefe del Ejecutivo abordaría los asuntos más relevantes de la actualidad.
Asistieron al desayuno la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y los ministros de Justicia, de Fomento, de Educación, Cultura y Deporte, de Empleo y Seguridad Social, de Economía y Competitividad y de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
En primer lugar, tomó la palabra el presidente:
«Este tipo de foro de debate es hoy más necesario que nunca: hablar con sosiego y tranquilidad es esencial para cualquier país que pretenda el bienestar de sus ciudadanos. Los grandes países se hacen con argumentos. La demagogia y la frivolidad sólo garantizan la regresión y la pérdida de influencia».
A partir de ahí, todo fue demagogia, frivolidad, regresión y pérdida de influencia de un país que navega y que ha perdido, definitivamente, a su cuarto poder: el periodismo.
El presidente campó a sus anchas ante las marionetas asistentes, y empezó recordando lo mal que estaba España economicamente cuando mandaban otros, y lo bien que está ahora. Cómo evitó el rescate y la salido del euro. Lo buenas que han sido sus reformas. Cuánto empleo se está creando, y la buena calidad de ese empleo. El crecimiento que este año hará nuestro país, aunque la gente no lo note.
Más de lo mismo, nada nuevo.
¿Y qué hacía la prensa seria? Ser cómplices de todo, amenizar el espectáculo de obviedades, actuar de meros espectadores. Todas las preguntas, aparte de estar pactadas, fueron hechas con un punto de humor o de broma, entre risas, como si el país estuviera para ello, y sin ningún elemento punzante o critico que destacar, poniéndole en bandeja de plata todas las respuestas, que el presidente llevaba preparadas, convirtiendo todo el acto en una especie de club de la comedia patético e irritante que terminaba con la claca del Presidente aplaudiendo y entre más carcajadas, como también se hace, para nuestra vergüenza, en las sesiones de control del Congreso.
Al día siguiente, en los manipulados periódicos y canales de televisión que tenemos que soportar, se comentan los titulares pactados que el Presidente ha querido dar, se hacen tertulias sobre el crecimiento económico y se comenta la jugada de que el Presidente se designará a sí mismo, de nuevo sin atisbo de crítica alguna hacia lo que fue un acto vergonzoso del periodismo.
Todo esto es inédito en cualquier país de Europa. No ha pasado NUNCA, en ningún país europeo. Y es incompatble con el supuesto trabajo de control que tienen que hacer los medios de comunicación que se dedican a ello, y nos revela que el grueso de la relación entre los medios y el poder en nuestro país está mucho más que enfermo: vergonzoso periodismo muerto.