El último gran líder, Nelson Mandela, recibió el primer gran "homenaje" después de su muerte, ayer en Johannesburgo.
Y, por supuesto, los más poderosos pseudo-líderes de este mundo decadente y odioso, fueron a ver si podían robarle un poco de prestigio, a hacerse la foto, a soltar frases de bolsillo, convenientemente almibaradas para seguir en sus líneas populistas pero totalmente contrarias a las políticas que practican.
Y, también por supuesto, a seguir troceando y citando a un Dios Humano, destacando virtudes sesgadas y según los intereses de cada uno, de alguien que, EN ABSOLUTO, ha sido ni será, jamás, su guía ni su gurú, sobre todo si hacemos caso a sus hechos y acciones, que es lo que vale. Las palabras, por sí solas, nunca van a ningún lado. Y menos aún cuando sus conclusiones para explicar lo que hacen y dejan de hacer son un "ESTO ES LO QUE HAY".
Que un país en el que la gente ha vivido segregada racialmente pase a convivir democráticamente sin que los oprimidos se maten con los opresores, es algo bastante más complejo de gestionar que los mercados y todas las chorradas que nos gobiernan hoy en día, que no interesan absolutamente a nadie y que no aportan nada útil a la humanidad.
No es de suponer, sino que es seguro, que ayer no aprendieron absolutamente nada y que, una vez cumplido el expediente y superada la pasajera enajenación mental que ayer, y sólo por unos segundos, les hizo pensar como seres humanos, volverán a sus habituales trapicheos e hipocresías.
Y lo saben. Como también saben que jamás sabrán rentabilizar tan bien la humildad o la lucha y que, por supuesto, nunca recibirán un homenaje como este ni conseguirán trascender con las políticas barriobajeras que aplican.
Quedamos huérfanos de líderes porque ninguno de los asistentes aprendió las lecciones de Mandela y de otros grandes líderes anteriores. Ninguno de ellos sabe que los acuerdos se hacen con los adversarios, y que lo más importante es convencer a tus ciudadanos de las necesidades de cualquiera de los acuerdos, en lugar de estar, constantemente, mintiendo, falseando, haciendo demagogias baratas y lanzando mensajes de un nivel primitivo y populista sólo apto para hooligans.
Los que hoy mandan se limitan a esas y otras infinitas suciedades, y a ejercer de comentaristas de lo que a ellos les interesa, siempre buscando el dato que a ellos les beneficie. Ninguna voluntad de servir, ni de luchar, y mucho menos, arriesgar, no ya su vida o su libertad, sino ni un solo voto.
La política internacional es la más hipócita, como lo demostraba ver dos mandatarios de dos dictaduras China y Cuba, que tienen presos políticos loar la figura de Mandela: cinismo extremo.
Para este tipo de ridículos mundiales, nosotros, los españoles, hicimos un casting en 2011 y escogimos al candidato perfecto para representarnos. Y el elegido cumple que no veas: cuando algo huele a día de vacaciones, o a ridículo, aparece. Si hay que hablar de libertad, nuestro representante coge la chuleta, mira a cámara y suelta lo que haya que soltar.
Como ayer el tema del baile de máscaras era hablar de libertades y derechos humanos, nuestro representante habló, sobre todo, de la selección española de fútbol, en unas declaraciones que serán recordadas por el ABC y La Razón de Nuestros Medios de Comunicación.
Una vez más, demostró su bagaje cultural citando a la Roja, que es lo único que conoce al dedillo y de lo único que cree que puede alardear. El 'furbo', esa actividad a la que dedica los fines de semana mientras los demás miembros de partido, en pleno ejercicio de su absoluta mayoría, también silenciosa por cobarde, prepara nuevos recortes de las libertades y derechos de sus ciudadanos.
Pero no se crean que desentonó entre toda la marabunta de peces gordos: le acompañaban otras víctimas complacientes de la no-política, gestores de la nada, voluntarios del perpetuarse en un cargo, ignorantes de la ética, desmarcados del compromiso, contrarios de la honestidad y todo tipo de bichos y parásitos mundiales, tan falsos como sus discursos guionizados o como sus gestos teledirigidos.
Sin embargo, por más que se maquillen, nadie va a valorarlos nunca como se ha valorado todo lo que consiguió Madiba: seguro que ayer se lo plantearon, por unos momentos, en lo más profundo de su ego, pero saben que ni los trajes impolutos que ayer lucieron pueden esconder tanta mancha humana real.
Que llegue ya el momento del entierro, que los medios de comunicación y los famosetes de turno dejen de citarle y trocearle tal y como han hecho en los últimos años- y que Nelson Mandela, por fin, descanse en paz.
DEP MADIBA.