De vez en cuando conviene repasar títulos de esos que en algún momento han significado algo en nuestras vidas.
'Smokin’ Aces' no ha cambiado nada en la historia del cine de los últimos 9 años, pero significó una vuelta de tuerca a las películas de acción más trepidantes y lisérgicas.
'Narc' fue la carta de presentación de Joe Carnahan, una obra seria sobre dos agentes de policía y su lucha contra los narcóticos siempre al borde de la legalidad.
Aquella cinta sorprendía por su crudeza en la ejecución de las escenas de acción y en la violencia, algo a lo que, con los años, nuestro ojo se ha ido acostumbrando, pero que en su momento descolocaba por ser único. Claro está que te tiene que gustar el cine de acción: en el caso del que escribe esta reseña, es así.
Y cinco años después llegaba este film de culto que reunía a todo Hollywood y les ponía un arma en la mano para cargarse a quien tuvieran cerca: Ben Affleck, Jeremy Piven, Martin Henderson, Andy Garcia, Ryan Reynolds, Common, Jason Bateman, Ray Liotta, Alicia Keys, Peter Berg o Matthew Fox eran solo algunos de los que aparecían en los títulos de crédito.
Y Carnahan llevando la batuta de una película que empezaba con un maravilloso prólogo, en el que se introducían a todos los personajes junto con sus motivaciones para matar al eje central, Buddy 'Ases' Israel. Todo ello acompañado de unos diálogos tan intensos como el excelente y frenético montaje que lo envolvía, para terminar en esa maravillosa escena final que el director regalaba a Reynolds.
'Smokin’ Aces' debe mucho al cine de Tarantino y Ritchie pero tiene sello propio. Aun así, la película es un absoluto delirio y un viaje con éxtasis puro lleno de giros de guión, “idas de olla” y violencia sin fin en el que nuestros amigos coincidirán en el tiroteo más salvaje rodado hasta la fecha.
Una delicia para los sentidos y una película que vale la pena recuperar.