Está claro que la segunda mitad de la primera década del siglo XXI representó para el cine de acción un paso importante en la manera de tratar sus tramas y guiones al mismo tiempo que la ejecución de las escenas se hacía de una manera que solo habían rozado hasta la fecha Tarantino y Ritchie.
Timur Bekmambetov ya había demostrado que en su Rusia natal se podían hacer grandes películas de acción con sus Guardianes de la Noche y Guardianes del Día, así que a este macarra recién llegado a Hollywood, lo mejor que podían ofrecerle era adaptar una novela gráfica de Mark Millar. Eso si, descafeinada y desprovista de toda la mala leche que tenía el cómic.
Aún así, Bekmambetov consiguió con 'Wanted' una película de acción que los años han convertido en film de culto gracias a conservar cierto espíritu gamberro que Millar impregnó es sus páginas, algo que a partir del 2010 se volvía a perder para seguir por la línea de lo políticamente correcto.
Wanted contaba la historia de Wesley, un joven con problemas de ansiedad que James McAvoy interpretaba a la perfección, el cual era entrenado para ser uno de los asesinos más letales del planeta.
El mimo con el que la ansiedad estaba tratada era un inmenso trabajo para conseguir empatizar al público con nuestro protagonista, quien, cuando da rienda suelta al bastardo que lleva dentro, se convierte en la persona que todos queremos ser y no podemos.
Romperle los dientes a tu mejor amigo, liarte con un bombón delante de la novia que te dejó y humilló, sentirte bien, estar vivo… todo eso es posible solo cuando dejas de pertenecer a una sociedad repleta de los imbéciles más insignificantes del siglo XXI.
¡Viva el cine de excesos!