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Estaba claro que iba a suceder, porque solo se trataba de unir tecnologías ya existentes: se anuncia una aplicación, de nombre Recognizr, que utiliza la tecnología de realidad aumentada para enfocar a una persona con la cámara de un teléfono móvil y obtener de manera automática su nombre y los vínculos a sus perfiles en los sitios sociales en los que se encuentra. Para cualquiera que hubiera probado las tecnologías de reconocimiento facial en aplicaciones como Picasa o iPhoto, estaba claro que una cosa así era técnicamente posible, y que da forma a un nuevo concepto que podríamos llamar “identidad aumentada”.
Con ello queda claro que se llega a perder casi cualquier indicio de DESCONTROL. Pero verlo en funcionamiento provoca un importante debate entre lo verdaderamente conveniente y lo sencillamente inquietante. La aplicación, desarrollada por la empresa sueca TAT, The Astonishing Tribe, es, en principio, respetuosa con el criterio de privacidad: toma la imagen de una persona, y la busca en la base de datos de la propia aplicación, donde la persona debe haberse dado previamente de alta si quiere ser encontrada, y añadir también los perfiles de redes sociales que desea vincular a su identidad.
El paso peligroso, que también consiste en unir tecnologías que ya existen, sería obviamente el de utilizar como base de datos no la misma aplicación en la que las personas se han registrado voluntariamente, sino la propia red, utilizando para ello un buscador de imágenes que rastrease fotografías y uniese los rostros encontrados con los nombres que se encontrase próximo a éstas.
Un sistema al que, una vez aplicados los correspondientes algoritmos de corrección estadística, ofrecería seguramente una identificación de una gran fidelidad, y tomaría de la red los recursos adicionales disponibles sobre la persona, consolidándolos en un registro único. La misma aplicación lo dice: cuando la tecnología de reconocimiento se utiliza no para una amplia gama de objetos diversos que hay que reconocer, sino para identificar únicamente caras, la calidad de la identificación mejora notablemente.
Las aplicaciones del programa son inmensas: desde las más inofensivas cuestiones sociales (¿cómo se llamaba esta persona?) hasta el control de acceso por motivos de seguridad (si quieres entrar, registra tu cara aquí). Pero el debate es evidente: la cara es algo de lo que difícilmente te puedes desprender, y una aplicación así, usando como base de datos la propia web, pasa a ser como llevar tu nombre y datos personales tatuados en la cara a la vista de todo el mundo. De nuevo se demuestra que la tecnología crea constantemente situaciones para las que no necesariamente estamos preparados.
Como son/somos idiotas uno entra dentro, le parece curioso y cae en la trampa. Aunque ahi aquellos que ni les importa ser encontrados y ponen su privacidad por los aires...
en fin, sin más