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300 medios de comunicación de todo el mundo desplazados a Chile para retransmitir, en vivo y en directo, el rescate de los 33 mineros del que, vaya por delante, nos alegramos. En un ejercicio de supervivencia inteligente de los mineros atrapados, que con pocas previsiones han conseguido sobrevivir durante más de dos meses a base de ir bebiendo agua salina, y de efectividad de todos aquellos entes del sistema que se han visto implicados, que provocan que a estas horas la salvación no sólo está siendo posible, sino que ya se está produciendo.
Hasta aquí es donde debería llegar la notícia. Lo único que informativamente debería interesar a los medios, e interesarnos al resto de la población, es saber el por qué se produjo, cuales han sido las circunstancias y saber que, por fin, se han salvado todos. Todo esto es notícia, y se pueden dar todos los datos que se consideren necesarios y relevantes.
Pero otra cosa es analizar lo que estamos viendo, lo que está pasando delante de nuestras cámaras, de qué forma se está tratando el tema, al más puro estilo 'reality show'. Parece que el formato es ya el mismo para casi todo: por más que critiquemos, todo es un "Gran Hermano" en potencia...
El show está perfectamente montado y organizado. El 'timing' se está cumpliendo a la perfección. Todo el mundo sabe lo que tiene que hacer, dónde colocarse en cada momento y cual es el guión. Esto está siendo todo un espectáculo, y todo el mundo está atento a él. Los locutores saben los datos de cada persona que sale del agujero, y hacen hincapié en aquel de los mineros que tenía problemas de salud y, por lo tanto, es aún más héroe que sus otros compañeros.
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Cuando uno de los mineros sale a la superfície, da la impresión que ya saben qué es lo que tienen que hacer: ellos y todos los que les rodean. Siendo conscientes de que se está retransmitiendo, hay una dramatización absoluta de todas y cada una de las reacciones, tanto del minero que se salva, como de los familiares alojados en el campamento que denominaron "Esperanza", y justo después de salir del hoyo, llaman a salir en escena a alguien de su família más cercana, normalmente su pareja. El abrazo, los besos y lo que haga falta, se hace sin pudor alguno, justo delante de la cámara.
El primero de los mineros ya ha entrado en lo que sería el confesionario de "Gran Hermano", y ha podido hablar de sus sensaciones junto a sus allegados. Ninguna de estas declaraciones ha aportado nada ("he estado con Dios, y he estado con el Diablo"), y resultan especialmente molestas, puesto que lo que tendría que ser realmente urgente es pasar un rápido reconocimiento médico y que nos aseguraran que a ninguno de ellos les sucede absolutamente nada. Pero no: la cámara es lo primero, el reality fundamental y seguro que aquí nadie se escandaliza ni dice absolutamente nada.
Con el minuto de gloria por delante, estamos seguros de que estos héroes nacionales tendrán muchos minutos más. Que se preparen para hacer un tour por las televisiones del país y seguramente de todo el mundo (intuímos que España puede ser uno de sus destinos), para editar un libro con sus vivencias y todo ese largo etc... de dramatizaciones varias del que algunos ya están sacando tajada, desde el mismo momento en el que está sucediendo. El Gobierno chileno, de hecho, está proyectando ya una imagen a todo el mundo de unidad y eficiencia tecnológica, con la bandera chilena omnipresente, cuando quizás deberíamos estar hablando de por qué ha sucedido todo esto y de quien es la responsabilidad.
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Se mezclan todos los conceptos posibles, se habla de unidad nacional, oímos el himno de Chile por todos lados e incluso se hermanan Bolívia y Chile (ahora es el momento del discurso de Evo Morales), algo impensable para los que tienen cierta memoria. La gente sale a la calle dándole al cláxon de sus coches, con banderas chilenas ondeando por las ventanas de los automóviles (sí, al estilo de la España campeona del mundo) y el show general no ha hecho nada más que empezar. Sí, ha sido una buena notícia, una heroicidad de los mineros y un ejemplo de cómo solventar un grave problema que hubiera podido derivar en catástrofe. Pero no le pongamos demasiado el acento, no sea que tengamos que esto sea la punta de lanza de nuevas envídias y ambiciones y reconviertan esta buena notícia en otra más a lamentar...