Hillsborough, Condado de Down, Irlanda del Norte (Photo credit: Wikipedia)
En 1998, los acuerdos de Viernes Santo ponían fin al conflicto en Irlanda del Norte que causó más de 3.500 muertos. Desde entonces se han ido dando los pasos necesarios para que la región cuente con su propio gobierno, con una autonomía limitada dentro del Reino Unido. 'En Portada'viajó hasta allí para comprobar y analizar las diversas claves del postconflicto.
El reportaje trata de reflejar los cambios ocurridos, sobre todo en Belfast, epicentro en su día del conflicto, una ciudad que se ha desarrollado y mejorado, pero, donde, sin embargo, unionistas protestantes y republicanos católicos siguen observándose con miradas enfrentadas. Las armas han callado pero la presión y la violencia soterrada en muchas comunidades segregadas no han cesado. Es una situación especialmente difícil para muchos jóvenes que no vivieron los años de plomo pero sufren sus consecuencias.
En el reportaje se incluyen entrevistas a Martin McGuinness, viceprimer ministro de Irlanda del Norte en el gobierno de coalición y antiguo miembro del IRA, y también a representantes de los principales partidos políticos; pero ante todo, lo que mostrará es cómo se vive el postconflicto desde la propia sociedad norirlandesa. Para ello el programa visitará el Instituto Lagan, el primero integrado que se abrió en 1981, donde estudian juntos chavales protestantes y católicos.
Además, analiza cómo se enfrentan a la paz y a la reconciliación los familiares de las víctimas del conflicto, como las de la matanza del Domingo Sangriento de 1972 en Derry. El equipo de 'En Portada'está también con antiguos paramilitares de uno y otro bando y con expertos en el conflicto y conversa con el novelista Stuart Neville sobre los "fantasmas" todavía presentes en la sociedad norirlandesa.
Quizás los cambios más claros se puedan ver en el Hotel Europa de la ciudad, que sufrió numerosos atentados durante el conflicto. Entonces, cobijaba a los periodistas, ahora hace lo propio con los turistas. Y el Titanic Belfast, el centro de exhibición más grande del mundo sobre el famoso barco, que vio la vida en los astilleros de la ciudad, quiere ser el faro hacia un futuro de paz y prosperidad.
Y la música no puede faltar. Nunca ha dejado de sonar en Belfast, ni cuando el Titanic se hundía ni en los peores años de la violencia. En cualquier taberna de la ciudad los músicos se reúnen para tocar juntos, no importan religiones ni ideologías. Sus miradas ya se encontraron hace tiempo a través de los sones y compases.