PRODUCIDA POR LOS HERMANOS DUPLASS (TOGETHERNESS, ROOM 104)
Con Debbie Ryan, Molly Shannon y John Paul Reynolds en el elenco, entre otros
Seremos muy breves, porque el metraje no da para más y se resume en una línea. 'Horse Girl' es una producción con pretensiones estratosféricas que se queda en presuntuosa, ridícula y sin sentido. Una película que cabalga entre la realidad y lo supuestamente onírico, perdiendo al espectador en esa fina línea que no sabe trazar.
Sarah (Alison Brie) es una chica con pocos dotes sociales, por no decir ninguno: nuestra felicitación. Trabaja como dependienta en una tienda de manualidades, comparte piso con Nikki (Debbie Ryan) y su única amiga es su compañera de trabajo (Molly Shannon). Sarah es de las que prefiere quedarse en casa viendo series (otro rasgo con el que nos identificamos) en vez de perder el tiempo y el alma socializando en algún tugurio dejado de la mano de Dios.
El día de su cumpleaños, Nikki decide invitar al compañero de piso Darren (John Paul Reynolds) de su novio Brian (Jake Picking) a casa para una velada de celebración...
CRÍTICA DE HORSE GIRL DE NETFLIX - CEC CINE
Es en ese momento que Sarah empieza a perder el norte, comenzando por un sangrado de nariz sin explicación alguna. Poco a poco, Sarah empieza a tener sueños de abducción extraterrestre, oye voces, las paredes de su casa están arañadas. En sus sueños ve a otras personas como a John Ortiz y Dylan Gelula, que se cruzan en su vida real. Los persigue. A todo esto se le suma la obsesión por su caballo, una amiga de infancia que tuvo un accidente montando, una abuela que se le parece extraordinariamente, la clonación, Matthew Gray Gubbler, un manicomio... la desorientación de la protagonista es tal, que la del espectador es Pascual.
Un desastre de película sin pies ni cabeza que mezcla todos los ingredientes en un mismo plato, y obtiene el típico menú americano de mucha cantidad, poca calidad... y las judías al lado de los gofres.
¿Por qué le sangra la nariz? Un par de fugas nasales y el incidente queda en el olvido... ¿Qué pinta el caballo Willow en todo esto? ¿Es una metáfora? ¿De qué? ¿La amiga tullida qué viene a hacer? ¿La protagonista está loca o sencillamente los extraterrestres sí que la han abducido? ¿Es ella su abuela? ¿Qué pinta Matthew Grey Gubbler en todo el percal? ¿De nuevo... está como un cencerro? ¿Las ausencias cómo se explican?
Sentimos ser demasiado parcos para entender las posibles sutilezas. Será que en estos tiempos post-modernos, lo indie es una sucesión de escenas sin ton ni son cuyo resultado es un punto de interrogación seguido de una exclamación. El cine está muerto y, salvo alguna rareza excepcional, poco vale la pena ser visto.
Bajo la etiqueta "indie" parece que se puede vender ya cualquier chorrada, lo cual no sólo desprestigia al género sino que precipita el acusado declive de la industria en general. Ya no vamos a discurrir sobre el cine mainstream absolutamente previsible, pero todavía teníamos cierta esperanza en el de autor y el indie. Más cuando está producida por los Hermanos Duplass, que en 'Room 104' ya han demostrado que están de capa caída. Nada, ya no queda nada. El indie hace el indio con un postureo para los culturetas gafotas que se las dan de listillos y a los que, por supuesto, no podemos soportar.
Un horror de película, si es que se la puede llamar así. Para nosotros es una manera más de tirar un presupuesto a la basura y un hermoso tiempo que podríamos haber empleado en cualquier otra cosa: incluso la contemplación de una mosca nos hubiese aportado más sentido a la existencia que dedicarlo a "Horse Girl", otra sandez más para el saco de despropósitos.