Verano del 93, tras ser sorprendida con las manos en la masa, Cameron Post es enviada a un campo de rehabilitación sexual. Allí encontrará otros chicos y chicas defectuosos como ella a los cuales intentarán reinsertar en el sistema. Algunas veces el lavado de cerebro funcionará y otras no... en cualquier caso los protagonistas (y el espectador) sufrirán las consecuencias del embutimiento de la educación.
Esta es la jugosa trama de la película. A partir de este punto barra libre para que cada uno de nosotros se turbe más o menos en función de lo que va apareciendo en la pantalla.
No sabemos bien por qué lado de la crítica decantarnos porque si bien es cierto que la denuncia de fondo y superficie es clara y alta, es en ciertos momentos un auténtico coñazo.
Tanto darle perico al cuerno con los preceptos cristianos, llega al momento de saturación y uno se siente ya hastiado porque los temas no avanzan. Se trata la homosexualidad desde el pecado, se intenta indagar en el pasado para saber qué fue lo que traumatizó a la criatura y entender el porqué no puede ser una buena cristiana y ser "normal". Da la sensación que ahí se acaba la historia y parece que la realizadora esté exponiendo un trauma personal que un estudio a lo ancho de hasta dónde pueden llegar los tentáculos de la religión o sencillamente del sistema.
Haciendo un esfuerzo mental por extrapolar el tema religioso al sistema social en el que vivimos la película se queda coja en puntos importantes que fundamentan la organización de valores sociales es por ello que hemos dicho que se debe tratar de una exposición personal a una viviencia traumática de la directora/guionista.
El mensaje y la denuncia están en línea con nosotros y sabemos cuanto mal ha causado y sigue provocando la religión y sin embargo, la hacemos prevalecer como base de la estructura social. Por lo tanto la mano que mece la cuna de la sociedad es religiosa. Como fondo vemos que en efecto, la separación de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) en realidad no existe y que proviene del orden divino como si estuviéramos todavía anclados en el s.XII.
Por supuesto que de ello deriva todo el resto de sinsentidos a los que los personajes o nosotros mismos debemos hacer frente y que ni siquiera nos planteamos porque lo vemos tan "normal" o porque las cosas son así, incuestionables. Aún tomando conciencia del sinsentido global, no hay escapatoria posible pues todo está imbuido de esta locura y nos quieren hacer creer que el problema somos nosotros porque no cuadramos con sus normas.
En definitiva, no es una mala película pero el colimado es excesivo para nuestro gusto. Si uno no hace el trabajo posterior de reflexión, no creemos que aporte todo lo que tiene que aportar. Aun así sigue siendo una buena opción para pasar un rato fresquitos y a la sombra de las inclemencias del tiempo.
